Leticia Barriga Álvarez

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Nació en La Paz el 23 de octubre de 1939, pero se crió en Oruro desde niña; se graduó de la Escuela de Enfermeras de Catavi en 1960. En 1982 obtuvo la licenciatura en Enfermería de la Universidad Mayor de San Simón, en el marco de un Convenio con la Universidad Católica Boliviana y la Escuela de Enfermeras Elizabeth Seton; su vocación por esta carrera hizo que su trabajo lo desenvuelva con lo mejor de sí, siempre amó su profesión, con la certeza de que en los años de trabajo se desempeñaría con mucha responsabilidad y con la seguridad de estar al servicio y bienestar del prójimo.

"Tengo varias anécdotas como madre, por ejemplo el hecho de apellidar Barriga me trajo muchas, pero una de las que más recuerdo es que mi hija trataba de imitar mi trabajo. Ella tenía unos siete años y había instalado en casa un hospital, cada uno de sus hermanos y sus primos habían ocupado una cama y eran atendidos por ella, en su afán de curar sus dolencias, según su explicación, les dio una píldora a cada uno, por supuesto sin saber que era un tranquilizante que los hizo dormir, incluso a ella, la persona que nos ayudaba en casa me dijo que les dio a todos a una pastilla, y me mostró cual era, porque ella no la tomó; ahora recuerdo ese momento con una sonrisa, pero esa vez tuve una mezcla de sentimientos: miedo, susto, remordimiento, etc.; la lección fue no dejar los medicamentos al alcance de los niños nunca más", relata Leticia Barriga.

Después de 40 años de trabajo como enfermera, cuenta que no fue fácil combinar su trabajo con el rol de madre, ya que lo desarrolló en la Mina Caracoles, donde se casó y tuvo 3 hijos; se levantaba muy temprano y dejaba todo ordenado y cocinado, su esposo cuidaba de sus hijos mientras trabajaba, pero era demasiado sacrificado para todos; por ese motivo, retornaron a Oruro donde tuvo el apoyo de su mamá y hermanos, cuando su esposo falleció se hizo cargo de sus tres retoños y comenzó a trabajar en una clínica particular por las mañanas, y por las tardes en el Hospital Obrero; cuenta que con ambos trabajos y el sacrificio que realizaba en su profesión, le privaron de algunas cosas con sus hijos, pero ellos entendían que este sacrificio lo realizaba por su bienestar.

"Muchos padres solo suplen las necesidades materiales de los hijos, se los empodera en sus derechos pero no en sus obligaciones y en ese afán de darles lo mejor no les ayudamos a madurar, llegan a pensar que deben recibir todo de todos sin dar nada a cambio, y ahí está el error, estamos criando seres individualistas, egoístas y se vuelven vulnerables y terminan frustrados, nunca están conformes con nada y no saben cómo reaccionar ante muchos hechos, en este caso, específicamente ante el hecho de que sus padres se están haciendo viejos y necesitan de ellos", dijo Leticia Barriga.

Fuente: LA PATRIA