Grandes potencias con fuertes y duras contradicciones políticas y diplomáticas, están a un paso de entablar un diálogo que bajo ciertas condiciones apropiadas permitiría a dos líderes limar asperezas en función de garantizar seguridad para millones de personas y alentar un ejemplo de entendimiento para asegurar la paz mundial, y decir eso es ya mucha cosa.
Se trata de la posibilidad de un encuentro entre los líderes de dos potencias, que durante muchos años y en sus diferentes gestiones administrativas han mostrado enormes diferencias ideológicas, abiertas contradicciones sobre políticas de orden administrativo gubernamental, cerradas posiciones en materia de armamentismo y han sido protagonistas de severas y mutuas criticas, al punto de llegar en varias ocasiones a lanzar cada uno por su lado amenazas letales para la convivencia pacífica. Los gobiernos de Estados Unidos y de Corea del Norte.
Sin embargo, en la gestión actual de los mandatarios de esos países surge una luz de esperanza, para que los enconados líderes depongan algunas de sus radicales posiciones y se sienten en una mesa de diálogo que por sus características y los resultados que se obtengan, de ser positivos, cambiarían el curso de la historia.
Hace poco más de diez días, una alta diplomática norcoreana afirmó que Pyongyang dialogaría con Washington bajo condiciones apropiadas, constituyendo el anuncio una respuesta al mandatario estadounidense Donald Trump que expresó su intención de reunirse con el líder norcoreano Kim Jong-un.
La diplomática de Norcorea, dio cuenta además de haber sostenido conversaciones e intercambio de "ciertas ideas" con personeros de la diplomacia norteamericana durante una reunión que se desarrolló en Oslo, y se trataron temas sobre desnuclearización y respeto al medio ambiente. Se considera ese encuentro como alentador para futuras ocasiones, aunque la diplomacia de Norteamérica la consideró "elementalmente rutinaria".
Sobresale sin embargo la respuesta diplomática de Norcorea, que toma en cuenta la sugerencia del mandatario de EE.UU. para establecer un diálogo de alto nivel con la suprema autoridad del país asiático, "en algún momento si se da la oportunidad en el futuro". El tema es parte de la distención después de la tensa escalada en la península coreana, debido a los repetidos ensayos con armas atómicas y la amenaza de realizar una prueba nuclear, amenaza que fue respondida con la dialéctica endurecida del presidente Trump que a su vez insinuó la posibilidad de realizar ataques preventivos.
Una situación altamente tensa que bajó de tono ante la posibilidad - puede ser remota - pero viable y no descartada de un encuentro entre los presidentes de Corea del Norte y Estados Unidos, para hablar sobre la paz, el acercamiento entre potencias y no su enfrentamiento, resguardando de tal modo el respeto a los derechos humanos, a las libertades, la democracia y la justicia.
Los ejemplos que llevan buenas intenciones son dignos de imitarse, más aún si se trata de armonizar criterios en busca de convivencia pacífica, cerrando las circunstancias de confrontación y abriendo un horizonte de comprensión con respeto a la dignidad de los pueblos, más aún si estos son vecinos y parte de un continente que aspira a su integración y su potencial crecimiento.
Si enconados gobiernos pueden utilizar el diálogo como instrumento válido para entenderse y despejar sus diferencias, sería natural que otras naciones en conflicto practiquen el intercambio de ideales en pos de una vida amigable y venturosamente posible. Ojala Chile lo entendiera de ese modo.
Fuente: LA PATRIA
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