Teofanía Trinitaria y Mariana de Sor Lucía de Fátima
23 may 2017
Miguel Manzanera SJ
La visita del Papa Francisco a Fátima el 13 de junio de 2017, para celebrar el Centenario de la primera aparición de la Virgen María a los tres pastorcitos, Lucía, Francisco y Jacinta, ha incluido también la santidad, realmente admirable, de estos niños, sino también de desentrañar el misterio de la salvación que Dios ha querido revelar a estos tres pastorcitos, especialmente a Lucía, quien sobrevivió a sus dos primos y falleció en 2005 a los 98 años de edad.
La larga vida de Sor Lucía ha sido querida por Dios, para que ella recibiese revelaciones extraordinarias que vienen a completar las ya recibidas antes con sus dos primos que ayudan a desvelar el gran misterio de Dios como una Familia Trinitaria en la que también se ha integrado la Virgen María.
La visión que consideramos más importante para comprender la esencia del Dios Trinitario sucedió el 13 de junio de 1929, cuando Lucía estaba en el convento de las Doroteas en Tuy, una ciudad española de la provincia de Pontevedra, Galicia, cerca de la frontera con Portugal.
Sor Lucía había pedido permiso a la Superiora de la comunidad para tener una hora santa en la capilla del convento de 11 a 12 de la noche, acompañando a Jesús en el Sagrario, tal como solía hacer los días jueves. Pero esa noche sucedió algo extraordinario, tal como ella misma más tarde lo escribió.
De repente toda la Capilla se alumbró con una luz sobrenatural y una cruz de luz apareció sobre el altar, llegando hasta el techo. En la parte superior de la cruz se podía ver la cara de un hombre mayor y su cuerpo hasta la cintura. En el pecho había una paloma de luz. Clavado en la cruz estaba el cuerpo de otro hombre (Jesús). De su lado derecho, de su rostro y de la llaga de su costado brotaban gotas de sangre que se escurrían en una Hostia grande y caían en un cáliz. Más abajo.
Debajo del mismo brazo derecho de Jesús estaba Nuestra Señora de Fátima, mostrando su Corazón inmaculado del que brotaba el fuego del amor, rodeado con una corona de espinas. Debajo del brazo izquierdo de la cruz brotaba un manantial de agua cristalina, formando unas letras grandes con las palabras "Gracia y Misericordia", que descendía sobre el altar.
La muerte de Jesús no fue para condenar al mundo sino para que el Padre, unido a la Rúaj Divina, conceda el perdón y el arrepentimiento a todos los pecadores a través de los siglos. Esta teofanía trinitaria y mariana, encierra un gran valor teológico para comprender mejor el misterio de Jesús, el Redentor, con la colaboración plena de la Virgen María, que le otorga el título de "Corredentora". Este misterio se realiza en cada Misa que ofrecen los sacerdotes.
En su mano derecha la Virgen lleva el santo Rosario, cuyo rezo diario tanto rogó en sus apariciones a los pastorcitos de Fátima y sigue rogando a todos nosotros, para que Dios Trinitario nos conceda Gracia y Misericordia y seamos no sólo redimidos sino también corredentores.
La Virgen no suplanta a la Rúaj Divina, sino que es su imagen visible sacramental. De esta manera se responde a las críticas que en ocasiones algunos cristianos hacen a los católicos. Aunque haya habido exageraciones, la Iglesia no adora a María, pero sí la venera profundamente porque reconoce en ella a la "Llena de Gracia", tal como expresó el Ángel Gabriel en su saludo a la Virgen (Lc 1, 28). Ella es la presencia maternal visible de la Rúaj Santa en la historia de la humanidad.
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