La historia de Venezuela, como la de toda Latinoamérica, incluida Bolivia, estuvo plagada de actos bárbaros de apropiación del excedente económico y de la perversión de conducta que se trasladó a gran parte de los pueblos. La vileza de los oligarcas fue capaz de arruinar moralmente a su propia gente, solamente preocupada por su supervivencia. Si hay dictadores es porque son muy poderosos, como en Argentina y Brasil, o porque la masa ignorante y atrevida lo permite: casos de Venezuela, Ecuador, Bolivia y Perú, entre otros ejemplos.
La vieja oligarquía venezolana, tan prolífica que se recicló desde la Guerra de Independencia contra el colonialismo y expoliación hispana, combatió ferozmente al Libertador Bolívar y, finalmente, lo condenó al destierro y muerte anticipada en Santa Marta (Colombia). En su enorme frustración tuvo que pronunciar la frase "He arado en el mar". Los criollos eran tan, pero tan ambiciosos que impidieron la unidad latinoamericana y protagonistas principales fueron Santander y Páez, además de otros menos conocidos pero sí importantes en sus confabulaciones antipatriotas. En Bolivia característicos fueron Urcullo y Olañeta como actores de un proceso que hizo nacer Bolivia para después destruirla de a poco.
Y volviendo a la triste realidad de Venezuela, después de indignidades de casi dos siglos, surgió Hugo Chávez, un militar de carrera que se enfrentó a la oligarquía centenaria, aquella que acumuló inmensas fortunas en sus mansiones de Caracas y alrededores o, finalmente, en Miami y los países del Caribe. Podían también haber robado o gozado de privilegios, pero también procurar el desarrollo armónico de su país. No lo hicieron y hasta incitaron a pensar que un policía de bajo grado, un militar de baja condición ética, o la pléyade de funcionarios serviles a sus intereses podían participar del reparto criminal de las riquezas, y lo peor, forjaron un pueblo indiferente hacia su propia realidad, asustado y medroso, o sinvergüenza como ellos.
Hugo Chávez tenía una personalidad arrogante, en principio creyó construir una nueva Venezuela distribuyendo una parte de los recursos petrolíferos a diestra y siniestra, sin considerar que el trabajo es lo único que dignifica y los bonos solamente crean pereza mental y baja eficiencia, en una suerte de pseudosocialismo y poco sostenible en el tiempo. El resto se lo robaron sus asesores o funcionarios de Pdvsa, creando otras fortunas en bancos de Estados Unidos. Las Bahamas e Islas Caimán, los paraísos financieros que no consultaban el origen de tanto dinero. El dirigente venezolano, supuestamente de nuevo tipo, acabó devorado por el poder de la mentira y no supo ni pudo concluir lo que había propuesto inicialmente. Al final, el cáncer lo mató y dejó grupúsculos de gente incompetente y angurrienta, además de hordas de movimientos sociales ignorantes.
La realidad fue mayor que los propósitos de principio y los chavistas perdieron su legitimidad ganada en varias elecciones, además del consenso necesario para construir una Patria para todos. La hegemonía todavía la conservaron ya que es lo último que se pierde. Ahora, Maduro, el incapaz heredero de Chávez firmó un decreto para la convocatoria a una Asamblea Constituyente, como si su Constitución de años pasados no fuera suficiente para justificar sus desmanes. Y lo hace de manera artera. Pretende que los ciudadanos de a pie solamente elijan a un 50% de los constituyentes y la otra mitad sea seleccionada por las turbas afines a su régimen. Así realizará cambios que prolongarán indefinidamente su estructura totalitaria de poder.
La participación de las comunas, en el sentido marxiano, solamente se justifica en un régimen revolucionario con dirección revolucionaria. En Venezuela no hubo tal cosa en su historia. Apenas algunos guerrilleros con apoyo cubano hicieron el esfuerzo en los años 60´s pero fueron exterminados. Como en este querido país existe una dirección corrupta y una oposición que con dos tercios de los parlamentarios, logrados en elecciones legítimas, no supo hacer nada práctico, entonces ahora proclama la rebelión, algo justo y necesario, pero que requeriría mucho más de personas a las que les faltan las "agallas" para tomar el poder. Finalmente que Maduro y sus colaboradores se olviden de un engaño astuto y convoquen a elecciones para la constitución de nuevas autoridades ejecutivas y legislativas, o llegará el desastre de la Guerra civil con todas sus consecuencias.
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