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En el último tiempo, una serie de estudios, tareas de investigación en respuesta a denuncias formales, han mostrado hechos lamentables que se configuran en una abierta contaminación minera, afectando el medio ambiente y poniendo en riesgo la salud de miles de pobladores en varias localidades del paÃs donde funcionan empresas mineras, muchas, inclusive las denominadas o reconocidas como tradicionales, y una suma de otras minas irregulares en manos de cooperativistas, que igualmente son culpables de un lamentable proceso de contaminación que abarca grandes extensiones de terreno por donde circulan rÃos saturados en alto grado de contenido de desechos tóxicos.
Una investigación del Banco Mundial, determinó que por lo menos once cuencas hÃdricas del paÃs estaban comprometidas por la acción irresponsable de empresas mineras y de trabajadores de concesiones menores, pero igualmente dejando que aguas contaminadas se insuman o mezclen con el lÃquido elemento, destinado de manera natural al consumo humano en comunidades y para abrevaderos de ganado, además del riego de pastizales y una fauna cada vez más reducida por el letal efecto del lÃquido envenenado, según establecen los estudios efectuados.
Otro informe ampliado menciona más de 20 fuentes de agua potable que abastecen a extensas poblaciones metropolitanas de la zona occidental del paÃs, que son amenazadas por la actividad minera, con alto grado de contaminación de las aguas, pese a un control existente, pero por lo visto burlado por protagonistas de la actividad minera que operan al margen del control estatal.
Un reciente trabajo de investigación periodÃstica sobre este preocupante tema de la contaminación minera consignado en el matutino La Razón, muestra un mapa de 34 minas y sus residuos tóxicos que afectan poblaciones de Cochabamba, Oruro, Potosà y La Paz. En varios de esos centros mineros se explota zinc, plata, estaño y plomo.
Se completa el detalle de las minas con problemas de contaminación en el distrito de Oruro, anotando a las empresas de Poopó, Avicaya, BolÃvar y Azanaques, que de todos modos, incorporan sus desechos tóxicos a las corrientes de rÃos que llevan agua hacia comunidades agrÃcolas y ganaderas del altiplano orureño.
Potosà es el departamento que tiene más cantidad de minas en producción y propiamente todas con más o menos grados de contaminación, incluyendo las operaciones que se realizan en el Cerro Rico y en las faldas de este coloso de plata, donde el uso de agua es parte ineludible de las tareas mineras, y desechadas al curso de rÃos. Hay algunas operaciones mineras de gran escala, a cargo de empresas medianas que han tomado las previsiones del caso, para mitigar la afectación al medio ambiente. Un ejemplo de trabajo especÃfico se da en la minera San Cristóbal, el emprendimiento minero más importante del paÃs, donde la contaminación de aguas es minimizada, con procedimientos de permanente control.
Sobre el tema, algunas organizaciones defensoras del medio ambiente y el cuidado de la naturaleza, recordaron que la minerÃa ejerce efectos de perturbación en la fertilidad de los suelos, los pastizales y cultivos, de ahà que es importante el cumplimiento de las disposiciones contenidas en la Ley de Medio Ambiente, que regula cierto tipo de actividades industriales y especialmente las mineras, para evitar la contaminación directa que envenena los cursos de agua, y no existen programas de mitigación para precautelar la salud de personas, animales y la flora existente en diversos sitios próximos a operaciones mineras.
El daño en personas por consumo de agua o ingerir alimentos contaminados tiene efectos que se manifiestan en el tiempo, con problemas hepáticos, renales e inmunológicos, que provocan hasta consecuencias fatales, si no se toman medidas oportunas.
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