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Invitado


Domingo 07 de mayo de 2017

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Cultural El Duende

Antonio Terán Cabero

07 may 2017

José Antonio Terán Cabero. Cochabamba, 1932. Poeta y abogado. En poesía ha publicado Puerto imposible (1963), Y negarse a morir (1979), Bajo el ala del sombrero (1989), Ahora que es entonces (1993), De aquel umbral sediento (1998), Boca abajo y murciélago (2003). En 2013 aparecieron sus poemarios: Escrito en el agua, La noche del buscador y Obra poética.

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Antífonas

cavas en mí o cavo yo

en tu vientre esta sed

cavas espejos ávidos me engulles

iluminas con lenguas fosfóricas mi boca

lubricas en mi cuerpo

inesperados fuegos el invierno amanece

ardo entre sus muslos recupero mi nombre

como gota me horadas

ensimismado poderío

corza de mi costado más sangrante

ilusionas los ángeles despiertas

lágrimas en el vino dionisíacas

imágenes que duran lo que un párpado

amamantas mi vuelo

celeste sobre todo celeste

eres címbalo

címbalo

ingrávida mi voz

leve en mi mano te despides

interludio de dos albas

abres la puerta en mi castillo de elsinor

ciñéndome de alfanjes te oscureces

en el ojo de un lirio

cubres la luz con sórdidas muralla

interrumpes la vida que me diste

laceras los más puros pedestales

injurias a los pétalos a la esperanza injurias

arrastras hojas muertas por mi casa

ciñéndome de labios te iluminas

en el ojo de un lirio

creas la luz con fúlgidas murallas

inmaculas la vida que me diste

limpias de telarañas los cristales llagados

inauguras los pétalos renaces desde siempre

apacientas aromas en mi casa

contigo

en mí

conmigo

idénticos

luminosos

infinitos

arbóreos

cuando estalla la noche

en un minuto

cincelado y perfecto

inesperadamente mi cabeza

lapidaria

irrespetuosa

anatemiza sin motivo aparente

claridades tus senos en mis manos

esas alas

cabe lengua tu ombligo sabe a mieles

insólitas el musgo en que me hundo

los incendios labradores

incendio las palabras y los surcos

algo así como beber el horizonte por la tarde

color de mi color yo te prefiero

echo a volar luciérnagas

curiosas y las dagas

ira que no destruye que proclama

lirios del valle

inconstante color sin pertinacia

atadura la bella

que desata nudos de marinería

centro del mundo un canto

en alabanza de tu rostro

casi en el agua de tu beso

inmóvil otra vez el pensamiento

luce su plena soledad celeste

irredento el deseo

a solas la palabra que te nombra

cantar cantar tu risa

en esta página

corsario de tu brida y de tu yegua

irme a tu infierno padecerte

látigo en mano herida que los dioses

infligen con dulzura

agonizar en ti dentro de ti reconocerme

costurera que urdes dulces hilos

enmarañas el tiempo

con solo una mirada

interminablemente

dentro un vaso de vino

lamo yo tus costuras en mi cuerpo

inencontrable ayer

arrebatado a los sepulcros

por la brisa de un ala

[si no estuviera el cosmos enlutado]

si no estuviera el cosmos enlutado

porque soñé una piedra por refugio

si mi amor no viviera de transfugio

y en medio de sus olas fuera anclado

si bastara mi hueso enamorado

para trocar en fuego subterfugio

y de pronto desnudo de artilugio

refugiárame en ti bien entrañado

si mi pez constreñido a su pecera

nadara entre las aguas de ese disco

donde acecha tu lúcido mordisco

si este baile no fuera basilisco

y en vez de condenarme a tanta espera

me apretaras un poco a tu cadera.

la muerte se defiende

bien mirada ceniza tus palabras

que mañana ha de barrer el viento

todo devuelto a su primera lágrima

como vómito al plato

y tú has vivido para verlo

no siembro oscuridades

ni ciego los arroyos

recojo los despojos de tu calle

está por cierto aquel espacio

entre el alba y la noche

la música anterior

a la mudez del pájaro

de blanqueados sepulcros es la tierra

y son cada vez menos

los que tañen el arpa

a limpiar tu basura no me humilles

trátame con respeto

escucha a navokov

y deja en paz la triste muerte

sucede en otros ojos

el aire ondula con el fuego

que ondula con la tierra

que ondula con el agua

en ese oleaje

el tiempo inexorable

y las corales

voces por su muerte

si envejeció en la calle

y el insulto

la puebla de bullicio

esa anciana

ensombrece

la canción de los grillos

es verdad que el otoño

del otoño

mis huesos

su cuerpo deshojado

pero también

dorada lumbre

en la ceniza de sus labios

y que salvo el crepúsculo

insalvable

la pesadumbre nuestra

sucede en otros ojos.

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