Loading...
Invitado


Domingo 07 de mayo de 2017

Portada Principal
Cultural El Duende

Zurita, nuevamente

07 may 2017

El poeta chileno Raúl Zurita, recientemente galardonado con el Premio Iberoamericano de Poesía, estuvo en Buenos Aires para presentar un disco junto al grupo de rock Gonzáles y los asistentes. Allí se desarrolló este diálogo que puede consultarse completo en eternacadencia.com

¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...

Tu poesía ha sido catalogada como política. ¿En qué sentido lo es y desde qué punto coincides con esta frase del poeta francés Pierre Reverdy: "La verdadera importancia de la poesía desde el punto de vista general, no ha sido la de ser social, o sea, con un fondo político, ella es vital -siempre ha sido vital"?

Un buen poema tiene que ser un poema de amor, un poema de duelo, un poema político, tiene que ser todo. No creo en la especificidad del adjetivo poesía "política", pero sí en una poesía que se entienda como situada, o sea a partir de un escenario que es común y reconocible para todos. Las cordilleras que yo pongo son la Cordillera de Los Andes, el desierto es el Desierto de Atacama, el océano es el Océano Pacífico.

Tengo una cierta animadversión hacia la abstracción: la poesía tiene que ver con lo vital, pero qué es lo vital. Puede ser todo como puede ser nada. En resumidas cuentas, descreo de esa poesía abstracta, que eludiendo a capas más profundas de la realidad termina por refugiarse en las zonas más pobres y más fáciles de la irrealidad.

Entonces el Chile que está en tus poemas no es una construcción ni un sonido ni un conjunto de fonemas, sino que es el país

Quien lee tiene la libertad de rechazar al referente. Ahora, todo país es también una construcción imaginaria. Todo país son sus mitos, las historias que se cuentan sus ciudadanos en sí mismos.

¿Qué lugar ocupa el paisaje en tu obra? El poeta Héctor Hernández en la contratapa de INRI señala que este libro "viene a comprobar que toda geografía es a la vez una historia". Y esa historia, por lo que se ve, está hecha de sangre

Los paisajes son como grandes telones en blanco que vamos llenado con nuestro paso por la vida, pero esos paisajes están sucios de nuestros ojos. Cuando tú dices "montaña", puedes decirlo porque ha habido otro antes que ha dicho "montaña". Cuando ves una montaña estás viendo una suma de miradas.

Creo que el que le canta al paisaje es Neruda, desde la certeza de la posición de la lengua. Los paisajes, para mí, son imágenes de las pasiones humanas, de los sueños, de los tormentos, creo que las cordilleras manchan, entonces yo las veo como metáforas de las pasiones y de las emociones que producen, pero también como metáforas de dónde empieza y dónde termina uno, ¿termina uno en sus dedos?, hay un terreno común entre el paisaje y el cuerpo humano.

Por otro lado, está el Chile del poema de Alonso de Ercilla, en plena época del descubrimiento de nuestro país; él vio en el lugar más remoto del planeta un país que todavía no existía: "Chile, fértil provincia señalada". Siempre he tenido la sensación de esa cosa colosal que tiene la poesía chilena y que es casi una marca. La poesía de De Rokha, de Neruda, incluso la del mismo Parra, es un intento por disimular la mentira inicial del poema de Ercilla.

¿En esa mentira inicial está tu concepción de historia?

Historia y naturaleza borran sus fronteras. Esto también está en el Canto general, de Neruda. Antes de la llegada de los conquistadores, estos paisajes no existían, pero sobrevivirán, dice, y es capaz de ver en la naturaleza una imagen de esperanza y de resistencia, es decir que el mal no va a durar para siempre, y la naturaleza da pruebas de eso.

Hay algo de Whitman en tu obra. Hay poemas tuyos que suenan a algunas cosas de Redobles de tambor: "Partiendo de Paumanok, vuelo como un pájaro, /por aquí y por allá, hasta remontar, cantar la idea de todo; /entregándome al norte, para cantar allí canciones árticas, /A Canadá, hasta que absorba Canadá en mí mismo�". Henry James odiaba a Whitman, o al menos ese libro. ¿Qué tan importante te resulta Whitman?

Yo tengo dos poetas muy queridos: uno es Rimbaud y el otro es Whitman. Los grandes poemas fundan historias, fundan naciones: con La Ilíada comienza la historia de lo que entendemos por Occidente. Lo que llamamos "lo humano" nace de las cenizas del troyano Héctor, domador de caballos. Yo entiendo el reproche que le hace James a Whitman, lo entiendo desde su exquisitez; como no puede si no verse a sí mismo, toda mirada abarcadora la siente como una agresión. Whitman y James representan dos extremos opuestos de la experiencia artística.

Entonces Whitman en un momento va a Valparaíso y qué ve: ¡veo Valparaíso!, dice, pero creo que hay un equívoco: todos los seres humanos vemos Valparaíso y vemos Canadá. Esa no es una experiencia extraña.

Neruda cuando dice "Sube a nacer conmigo hermano" demuestra tener un ego tan grande, porque cree poder interpretar a los muertos cuando uno a duras penas puede hablar por sí mismo. Sin embargo, todos al hablar estamos hablando por los muertos, todos somos el puerto de un río inmemorial. Nadie nace en sí mismo, somos parto de muertos y hablamos por los que nos precedieron.

¿Te consideras el último de los mohicanos, el último de los poetas de la gran tradición chilena? Tengo la percepción de que ya no hay grandes voces, sino voces más moduladas o sin estridencias.

Creo que se está escribiendo mucho tocando una sola tecla. Yo he intentado trabajar con mi vida, no por egolatría, sino porque si uno puede llegar hasta el fondo de uno mismo sin autocompasión, es posible que estés tocando el fondo de la humanidad entera. Todos somos más o menos metáforas de lo mismo; en ese viaje surge todo, surge la historia, surge la experiencia, lo febril, lo alucinatorio.

Sin embargo, tengo la sensación de que hay muchos poetas que trabajan con máscaras: Nicanor Parra se pone la máscara del Cristo Elqui, Matías Rivas se pone la máscara de los poetas latinos, y yo me pongo también una máscara, esa máscara se llama Zurita.

Creo que esa voz media ellos no la están tocando, y lo digo con respeto y con cariño, y no la están tocando porque son voces medias. Pero para tocar la experiencia de un simple ser humano es preciso llegar al fondo, a ese fondo donde tú eres físicamente capaz de matar a otra persona.

Si tú no eres capaz de matar a otro ser humano no vas a ser un poeta, pero si lo matas eres un asqueroso asesino; tienes que saber que lo puedes hacer, y la experiencia de la máscara está a medio camino.

Se ha reiterado que la experiencia del hombre común es algo simple, y no hay nada más complejo ni nada más heroico ni nada más cobarde y aburrido que la experiencia de un hombre común y corriente. Cada gris, de la experiencia que va del negro al blanco, es un universo entero.

Podría decirse que eres un poeta nacional, como Gelman en Argentina, como Mickiewicz en Polonia, como Whitman en Estados Unidos. ¿Compartes esta opinión?

No creo ser el vate de una nación, porque lo que intento hacer es precisamente mostrar un mundo arrasado y contaminado por la vida, y en ese mundo tú sí puedes ser muchos otros, puedes ser la voz femenina que habla en Purgatorio, puedes ser el tipo incestuoso que viola a su hija, puedes ser muchos personajes.

De hecho, que un torturador no hayas sido tú es producto del azar: todo lo monstruoso que hace un ser humano lo puedes hacer tú y todo lo bello de un ser humano también lo puedes hacer tú. O sea, en cada ser humano está contenida la experiencia de la humanidad entera.

Para tus amigos: