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Este personaje mÃtico del ciclo de los argonautas, huyó con Jasón y abandonada por este, degolló a sus hijos; lo cual plantea en Derecho la primera referencia para denominar este abominable crimen. Esta leyenda inspiró tragedias a EurÃpides (431 a.c.), Seneca (sin referencia), y a Cordeille (1635).
Este filósofo, aparentemente misógino, que fue desgraciado en su hogar, favoreció, en sus obras, muy poco a las mujeres, presentando a sus personajes guiados por ruines móviles y ejecutando actos, ya grandiosos, ya mezquinos. Este singular modo de concebir y estructurar la tragedia, disgustó a muchos de sus coetáneos que desecharon las obras de EurÃpides, y echaron de menos la severa majestad de las obras de Sófocles y la pompa solemne de las propias de Esquilo. Se le acusó injustamente de artificioso y falto de naturalidad, cuando real y efectivamente era el escritor más naturalista de su tiempo. Sócrates, que era poco inclinado al teatro, no dejaba de asistir a las representaciones de las obras de EurÃpides, y poco a poco el público encontró los encantos en las producciones de este autor, que demuestra la profunda evolución que se plasmaba en el arte dramático.
Sófocles decÃa de EurÃpides: "EurÃpides pinta a los hombres tales como son; yo los he pintado como deben ser." Esta frase aparentemente de censura es, en realidad, un significativo elogio.
EurÃpides nos introduce directamente a la cuestión fundamental de la tragedia, cual es la traición de su esposo Jasón, que contrae regios esponsales con la hija del Rey de Corinto, lo cual refleja un rasgo caracterÃstico de las obras de este autor: reflejar a los hombres como son.
Se percibe, desde los inicios de la acción que los coros ya no tienen una influencia decisiva en la exposición del argumento, pues a medida que la trama se desarrolla, los coros intervienen solo para reflexionar las actitudes de los personajes, fundamentalmente de Medea, no para dar luces en el argumento.
El personaje Jasón, al intentar justificar su acción desleal, con argumentos nada convincentes, fundados en la codicia y en el bienestar, asà como en su ansia de entremezclar su sangre plebeya con la real. EurÃpides, a quien se le critica que es poco benevolente con las mujeres, pinta aquà un personaje masculino con los clásicos rasgos de la pusilanimidad y el complejo de sentirse inferior y renegar de su casta.
En toda la trama trágica, es meritorio destacar la introducción de muchas innovaciones dramáticas, que son caracterÃsticas del autor, como la importancia del análisis psicológico y Medea, en todas las elucubraciones que realiza para consumar su venganza, utiliza ineluctablemente este análisis psicológico.
Se percibe una independencia de los coros, otrora tan importantes en la insinuación del argumento, de la acción.
Un comentario adicional de este columnista que es jurista, se refiere a Medea desde un punto de vista estrictamente jurÃdico que concibe su plan de venganza contra Jasón, para inferirle supremo dolor, en las personas de su real esposa, el Rey Creonte y sus propios hijos, con una ejemplarizante premeditación, alevosÃa y ventaja, lo cual puede significar a los estudiosos del Derecho un ejemplo clásico de este hecho doloso, y que sirvió para, con el tiempo, insertarlo en los articulados de códigos penales.
(*) Abogado, posgrado en Conciliación y Arbitraje, doctor honoris causa, docente, escritor
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