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Domingo 30 de abril de 2017

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Revista Dominical

A Alonso Quijano o Cervantes Saavedra

30 abr 2017

Por: Marlene Durán Zuleta

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Filósofo del tiempo, he heredado la lengua española de tus ascendientes, tengo tu figura captada en el lente, en estatuillas fundidas de plata y bronce, del Festival Cervantino de Guanajuato, el Quijote de la Mancha, libro escrito y descrito por seguidores de tu lanza.

Hermano, profesas a Dios en proverbios, con soltura sutil enhebras el hilo de las letras para que las metáforas de la Biblia tiñan de tinta los impresos y tú, el Ingenioso Hidalgo, Alonso Quijano o Cervantes Saavedra se retraten en el mismo espejo, en la historia son uno, imborrables, inmortales.

Tu pluma, ágil como tus manuscritos ha dejado glosas para todos los tiempos, han pasado por generaciones y siguen vivas, intensas como tú nombre, cuando resaltas: "Yo cumplo con deciros las verdades del barquero, y no trato de buscar cinco pies al gato. Quien mucho abarca poco aprieta, y quien todo lo quiere todo lo pierde. Tampoco debemos echar la saga tras el caldero, porque Dios ha dicho ayúdate, y yo te ayudaré".

400 años de forjar tu palabra y conquistar el viejo y nuevo mundo, el abecedario, los episodios de tu obra. Eres enciclopedia en esta redondez de tiempo, sordina, tornasoles, silencios, sorna.

Tu permanencia y ausencia en la tierra, ha desencadenado un sinfín de historias, has provocado que después de tu muerte sigamos nombrándote, por tu nacimiento, por tu deceso, por tus amores y desamores, por duelos y consuelos, también nombrado como "Manco de Lepanto", tú ya sabes cuando tu brazo izquierdo quedó sin fuerzas, seguías siendo soldado después de la guerra.

Hubo inquisidores por tus aventuras, por tus penurias y desafíos, incansable en tus recorridos, Cervantes el de las barbas de plata, tienes títulos con el que el hombre te ha bautizado, han traducido a lenguas lejanas de las fronteras, lecturas que justifican tu talento, el entorno de tu testimonio cobra fuerza.

Fuiste dramaturgo, novelista y poeta. Los géneros literarios abren con profundidad tus sueños. Personaje de estilo, absolutamente sincero, capaz de abrazar y perdonar, renovaste los lazos sensibles para convertirlos en valores, en amor. Lograste la gloria en la densidad de tus raíces, en el ciclo de los paisajes que aun cambian, también se muestran melancólicos.

Has pasado por los sacramentos, fuiste creación de Dios, caballero andante, destacado por tus obras, a través de ella has llegado hasta este espacio donde se capta la lucidez de tu narrativa, existen razones por haber revelado las orillas de tu poesía, alargado la prolijidad de tus memorias.

Miguel de Cervantes, de "Alcalá de Henares", despojado de rencores regresas en la lectura cotidiana, en los anaqueles abiertos de las ferias, que suelen llevar tu señal de escudero. Fuiste misericordioso, infatigable viajero.

Los cántaros siguen llenándose de vino, los muelles y puentes unen los mismos lazos del idioma, espacios luminosos, aroma, madera, signo de abrazo y paz. Hidalgo, el de los resplandores, en la hora de permanecer como rehén de corsarios turcos, tu prisión en Argel, hacía ondear su bandera oscura como la de piratas, vástagos que te mantuvieron como rehén, frágil, vulnerable ante los ruidos, peregrino de la tierra, ante vanos intentos de fuga, aguardaste tu rescate, anudando la verdad que espiritualmente te hacía invencible como tu alcurnia.

En rigor, el estar privado de transitar por caminos espinosos y polvorientos, te hizo escribir: "La libertad, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos, con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra ni el mar, por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres".

Don Quijote, los habitantes de la tierra celebramos tus sentimientos, el constante afán por las lecturas y escrituras del curso de tu resplandor, inconfundibles, de buen humor. Son 400 auroras de misticismo, de ausencia física, presencia pura de letras que rememoran tu deceso. En los periplos del bien y del mal está el cimiento de tu identidad.

"Atended bien a los que yo voy a decir�os hablo con el corazón en las manos; y no es más que una, el camino corto presto es andado. El hacer bien nunca se pierde; obras son amores, que no buenas razones, según dicen: Por eso conviene tomar el buey por el asta, y al hombre por la palabra, y porque palabra y piedra suelta no tiene vuelta".

Seguidora de tus profundas meditaciones, irrenunciable libertad que profesaste, te veo venir por este invierno de inhóspitas laderas. Hace frío, el ambiente es gélido, las flamas avivan el fuego interno y la pródiga poesía redime el instante de este nuevo encuentro donde la obediencia nos conduce por la línea recta de esta confesión.

(*) Poeta, escritora, compositora e investigadora de la cultura orureña

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