Miercoles 26 de abril de 2017
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Lo que aún es pregunta, puede considerarse como una lección. ?sta deja de ser tal cuando ya tiene respuesta. Si los docentes enseñaran a preguntar y a buscar respuestas nuevas, sería una revolución pedagógica. Las respuestas "enlatadas" son poco estimulantes para el aprendizaje, no incentivan la curiosidad ni ejercitan el razonamiento.
Bolivia no ha querido o no ha podido aprender las lecciones de Charaña; de lo contrario, no se hubiera reincidido en errores de 1975, como la agenda de los 13 puntos y la recurrencia a La Haya. No se estudió con meticulosa perspicacia los antecedentes y las condiciones que llevaron al fracaso. El tema continúa siendo actual y es todavía un desafío sin respuesta.
Nunca estuvo mejor motivado Chile para atender la demanda marítima de Bolivia como con Pinochet. Después de derrocar a Salvador Allende en 1973, un virtual cerco de soledad le rodeaba al dictador, por eso fue él quien solicitó la entrevista. Las relaciones diplomáticas estaban interrumpidas por el desvío unilateral del río Lauca, pero estaba en vigor el "Plan cóndor" que facilitó el acercamiento entre dictadores e hizo menos escabroso el tratamiento del tema marítimo.
La palabra "soberanía" marca la única opción posible: un corredor al norte de Arica. Tras el abrazo de Charaña ambos, Chile y Bolivia, dirigieron su esfuerzo hacia ese punto. Corrijamos un poco, fue sólo Chile. Con motivo del sesquicentenario, Bolivia estaba más interesada en un mensaje donde se hablara del mar para afianzar la permanencia de Banzer en el poder. De ahí que el embajador Gutiérrez Vea Murguía se apresurara en declarar: "Bolivia ya tiene su mar", cuando lo único efectivo fue la reanudación de las relaciones diplomáticas, que es lo que buscaba Pinochet.