Alicia Rubio es la autora del libro «Cuando nos prohibieron ser mujeres? y os persiguieron por ser hombres». En su documentado escrito desmonta paso a paso la manipulación de los lobbies homosexualistas.
«Hay madres y padres que no saben lo que está sucediendo con la ideología de género» afirma la experta, y respecto de las clases de educación sexual que se imponen en las aulas escolares afirma: que éstos «bordean la corrupción de menores».
Tiene razón Alicia Rubio, ya que si hacemos una encuesta entre los padres de familia, incluso de aquellos que tienen, se supone una buena formación, casi nadie sabe exactamente qué es la «ideología de género» y sus consecuencias en el orden personal, familiar y social.
Usted pensará que este análisis se refiere sólo a situaciones ajenas a la realidad local, pero no, aquí mismo hace muchos años que hay ONGs trabajando para difundir la agenda de género, y ya están metidos en los colegios, incluidos colegios llamados «católicos».
«Género» o «identidades de género» de acuerdo a una de las exponentes de esta corriente es «una construcción cultural; por consiguiente no es ni resultado casual de sexo ni tan aparentemente fijo como el sexo? Al teorizar que el género es una construcción radicalmente independientemente del sexo, el género mismo viene a ser un artificio libre de ataduras; en consecuencia hombre y masculino podrían significar tanto un cuerpo femenino como uno masculino; mujer y femenino, tanto un cuerpo masculino como uno femenino» (Cf. Judith Butler, Gender Trouble: Feminism and Subversion of Identiditym Routledge).
La ideología de género, logró imponerse a nivel mundial en la tristemente famosa Conferencia Mundial sobre la Mujer de 1995, celebrada en Beijing (Pekín): los lobbies consiguieron imponer a los países miembros el compromiso de incorporar la «perspectiva de género en todas sus políticas y medidas legislativas» -como lo explana María Lacalle- y es en esa cumbre, ante la confusión generada por las propuestas, que muchos delegados solicitaron a la directiva de la Conferencia patrocinada por la ONU una clarificación de esa perspectiva nueva.
Emergió entonces una perturbadora definición desde la dirigencia del evento, en la siguiente declaración: «El género se refiere a las relaciones entre mujeres y hombres basadas en roles definidos socialmente que se asignan a uno y otro sexo».
Fue en la Cumbre del 2005, que la Organización de Naciones Unidas determinó: «resolvemos promover la igualdad entre los géneros y eliminar la omnipresente discriminación por motivos de género: a) Eliminando las desigualdades entre los géneros en la enseñanza primaria y secundaria a la mayor brevedad posible y en todos los niveles de enseñanza para 2015; (?) c) Asegurando la igualdad de acceso a la salud reproductiva» (ONU, Documento Final de la Cumbre Mundial 2005).
Precisamente fue en esa Conferencia que la ONU volvió a imponer el concepto de «género» y de «empoderamiento de la mujer».
Gabriele Kuby, importante socióloga alemana, que estudió científica y detalladamente este fenómeno, sostiene «que se trata de una revolución que pretende cambiar radicalmente las personas y la sociedad aprovechando una voluntad de poder inspirada claramente en Nietzsche; y esto con una potentísima agenda global cuyo objetivo es modificar las constituciones de los países, las instituciones educativas y las costumbres de los ciudadanos con un solo fin: la construcción de una sociedad global en la que las personas sean pocas y completamente manipulables» (La revolución sexual global. Destrucción de la libertad en nombre de la libertad).
Detrás de esa expresión se esconden una ideología y una agenda, promovidas rabiosamente, principalmente por las feministas de género y otros lobbies, ideología que desarrolla una agenda imponiéndose en las leyes y las políticas de los estados, en tres ámbitos legislativos clave: la identidad personal, la familia y la educación, las leyes antidiscriminatorias y de derechos sexuales y reproductivos son sus mejores armas para destruir el orden natural.
Hace unos años escribí el artículo «Géneros a la carta» y citaba que la «Australian Human Rights Comission» (AHRC) desplegó una arremetida en contra del orden natural, a fin de profundizar la imposición de la ideología de género en ese país, a través de una campaña que busca hacer aprobar su proyecto para extender la «legislación anti discriminatoria», proponiendo ampliar las «orientaciones sexuales» para que éstas sean protegidas de la discriminación, nada menos en que más de veinte identidades de género.
Seis años después la ONU a través del «Defensor Global LGBT de la ONU», el tailandés Vitit Muntarbhorn, afirma que los sexos masculino y femenino «están ampliamente superados» y determinan que existen 112 géneros distintos.
Van más allá la ONU y no solamente clasifica una esquizofrénica gama de «géneros», sino que también incluyen en el citado listado el «a-género», que corresponde a aquellas personas que tienen la sensación de que no tienen género alguno, o que no tienen sexo, o son de género neutro.
Mountarbhorn habla del «ansi-género» en el que son incluidas las personas que se ven afectadas por la ansiedad? O el pan-género, que correspondería a aquellas personas que tienen la sensación de tener todos los géneros juntos.
Esta «ideología de género» es como afirma el cardenal africano Robert Sarah «una batalla contra la persona humana creada a imagen de Dios, por la que se quiere hacernos individuos sin alma, zombies, un cuerpo sometido a las manipulaciones genéticas y expuestos al transhumanismo», es decir una batalla contra la nueva tiranía, la tiranía de género.
german_mazuelo_leyton@yahoo.com
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