Domingo 23 de abril de 2017
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� Insistir todo el tiempo en que se debe leer puede provocar la reacción contraria. Se necesita sutileza para construir un lector.
� Los gobernantes han usado el texto escrito como un instrumento de gobierno de propaganda, pero siempre existe la voluntad del poder sobre la escritura que puede llevar a la censura. Precisamente, la historia del libro también es la historia de la censura. Aunque frente al control del poder siempre ha existido el ingenio para publicar y hacer circular y leer muchos textos prohibidos.
Â? La representación e inscripción de nuestras necesidades, nuestros sueños, nuestras fantasÃas, nuestros problemas siempre sobrevivirá, lo escrito siempre ha dominado y domina toda nuestra vida. Por ello, la lectura que es la manera de descifrar lo que está escrito, tiene que sobrevivir.
Â? El mundo digital da una forma paroxÃstica a la tensión, presente desde la Biblioteca de AlejandrÃa, entre el miedo de la pérdida, la desaparición, el olvido y, por otro lado, el temor del exceso, de los libros inútiles, del desorden de los discursos.
Michel Foucault designó con las palabras de "proliferación" y "rarefacción" los elementos contradictorios de la obsesión que caracteriza en ese momento la voluntad de poner orden en los discursos.
Paul Ric�ur recordó que el olvido es la condición misma de la memoria. Y Funes el desdichado "memorioso" de Borges nos advierte que una memoria absoluta impide tanto el sueño como el pensar.
Hoy en dÃa las posibilidades digitales prometen el archivo total, la conservación sin falta, una memoria sin lÃmites y, al mismo tiempo, produce el desasosiego frente a la imposibilidad de domar, organizar, juzgar la sobreabundancia de la información.
Roger Chartier. Francia, 1945.
Historiador de la IV Generación Escuela de Annales.