No era un juicio más sobre uno de los miles de padrotes que hay en Estados Unidos, lo que le daba el verdadero picante a esta historia era que Heidi Lynne Fleiss, una californiana de 32 años, de cara poco agraciada y cuerpo promedio, tenÃa en su poder, la lista de clientes que buscaban a las sexo servidoras que ella regentaba, y según se decÃa, estaba compuesta por el jet set mundial, incluidos los hombres más poderosos de la polÃtica, economÃa y hasta la iglesia del planeta entero.
Y es que el oficio más antiguo del mundo tiene entre sus muchas connotaciones su consumo universal y la perpetua negación. Muy pocos han de reconocer que asisten periódicamente a obtener los servicios de una meretriz sin si quiera sonrojarse, y lógicamente los más, nos negamos rotundamente a siquiera pasar por la puerta de esos antros de perdición.
Todos ellos habÃan generado en esta empresaria del sexo una fortuna, que superó los cien millones de dólares. La misma Lynne luego declaró que en una sola jornada a base de puras comisiones, logró hacer más de novecientos mil dólares. Se trataba de una industria multimillonaria con seguridad.
Al parecer, sobre esta dama iban a caer con todo su peso los alegatos, sobre todo de moralina quÃmicamente pura que la sociedad norteamericana saca a relucir cuando el bien más preciado que tienen, que se llama familia, ve sus cimientos trastocados por algún personaje de poca vergüenza que vela por sus bolsillos antes que por la buena imagen de la sociedad.
Mientras muchos preferÃan callarse en mil idiomas, otros apuntaban sus dedos con toda su furia para que sobre la famosa proxeneta llegue una condena con toda la fuerza posible. Aunque la mayor parte de las personas apuntaban a que ella utilizarÃa a sus clientes como base extorsiva para que no puedan condenarla.
Sorpresiva, no existe mejor calificativo para la sentencia que dictó el juez cuando condenó a la Madame a 37 meses de prisión por evasión de impuestos (se retiraron los cargos por proxenetismo), y de ellos sólo cumplió 21.
Una honorabilidad a prueba de fuego fue la que demostró la sindicada, pues calló lo que sabÃa a pesar de todas las acusaciones y amenazas por doquier que en determinado momento incluso ponÃan en peligro su integridad fÃsica y hasta su vida.
Palabra que por cierto los polÃticos parecen desconocer por completo, porque cuando se trata de salvar sus pellejos son capaces de hacer cualquier cosa y hundir a cualquier persona sin importarles absolutamente nada.
Pero por lo general, ella trataba siempre de salir bien librada, o al menos lo intentaba antes de ir a juicio, al menos eso dice la lógica, y todo parecÃa apuntar a que calladita como estaba iba a permanecer hasta que pase la tormenta, la condenen por alguna causa menor y salga cuanto antes de su encierro.
Lo que estaba descartado era que sea ella la que vaya declarar algo que la hunda por completo o al menos hunda su moral. Todos ya sabemos que la señorita no habÃa culminado ni la secundarÃa y que con muchos lauros para obtener un buen empleo no contaba, por lo tanto lo que más habÃa que cuestionar era el origen de su fortuna.
Cuando esta semana declaró que todos sus bienes los habÃa conseguido de la mano de sus muchas relaciones sentimentales, ya no queda, me parece, nada más por investigar. Digo yo, para tallarse en carne propia semejante proclamación sólo hay dos explicaciones. O por fin asumió que la única salida de una vez es decir la verdad, o le volvieron a escribir el guión de su pelÃcula, sólo que en esta oportunidad, el escritor se pasó de malvado y mal intencionado.
En todo caso, si doña Gabriela fue tan solo una meretriz VIP, para una economÃa como la nuestra, seguramente tenÃa un tarifario digno sólo de la nueva aristocracia.
(*) Paceño, stronguista y liberal
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