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Domingo 09 de abril de 2017

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Cultural El Duende

Juan Wallparrimachi

09 abr 2017

Juan Wallparrimachi nació en 1793 en el pueblo de Macha, provincia Chayanta del departamento de Potosí. Fue nieto de un judío portugués, hijo de india cusqueña y padre español. Quedando huérfano de ambos padres poco después de nacer, fue criado por indígenas y luego albergado por los esposos guerrilleros Manuel Ascencio Padilla y Juana Azurduy de Padilla, con quienes luchó por la libertad a tiempo que escribía entrañables poemas en su idioma nativo, quechua. Murió en 1814, a la edad de 20 años, en una de las batallas de la independencia. Su apellido, tomado del de su abuelo paterno, lo consagró como el "Soldado Poeta" en los anales de la literatura boliviana

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¿Para qué vivo ya?

Porque he perdido a mi paloma

estoy llorando sin ventura,

sin la mujer que me quería

¿para qué vivo ya?

Yo soy aquel que una paloma

tierna y amante se encontró

la vi tan tierna y adorable

que la albergué en mi propio seno.

Le di entero mi corazón

mas la dejé escapar

y estoy errando en mi tormento,

con mi dolor al mundo conmoviendo

y maldiciendo al cabo a mi adorada.

Y todo porque la perdí.

Ya están mis ojos casi ciegos

de tanto que han llorado.

¿Por qué será que lloro tanto?

¿Por la paloma

que anidó en mi pecho?

¿Por qué será que tanto sufro?

Estoy fuera de mí

y maldigo a mi propio corazón,

y todo porque la perdí.

No pudiendo ya verla

estoy llorando sin ventura.

Si no llego a encontrarla

buscándola como la busco

¿Qué destino me esperará?

¿Me vaciaré en mi propio llanto

o acabará la muerte con mi pena?

Quizá al saber que peno ha de llorar

y llorando vendrá a buscarme.

Me es imposible vivir solo

sin la mujer que me quería.

Paloma mía, ¿dónde estás?

Qué tierra o barranco

qué árbol o qué peñasco

de este modo te esconde

y a mis ojos te roba?

Tú no te apartas de mi pensamiento

y eres la causa de mi desventura

¡Paloma mía, vuelve!

Y si no has de volver

¿Para qué vivo ya?

¿Cómo pudiera hacer?

¿Cómo pudiera hacer

para peinar con peine de oro

tu negra y encantada cabellera

y ver cómo ella ondula alrededor de tu cuello?

¿Cómo pudiera hacer

para que los luceros de tus ojos,

abriendo el caos de mi ceguedad,

sólo brillaran en mi corazón?

¿Cómo pudiera hacer

para beber tu aliento y conseguir

que el rojo coral de tus labios

se volviera más bello todavía?

¿Cómo pudiera hacer

para que la pureza de tu mano

avergonzando a la azucena

reverberara todavía más?

¿Cómo pudiera hacer

para que el ritmo de tu andar

en cada paso fuera derramando

más flores que las que hoy le veo derramar?

Y si me fuera dado hacer todo esto,

ya podría plantar tu corazón

dentro del mío, como un árbol,

para verlo

eternamente verdecer.

Ámame

Sólo en ti está mi corazón

y cuando sueño

no veo a nadie sino a ti.

Sólo en ti pienso

y a ti también te busco

si estoy despierto.

Igual que el sol

fulguran para mí

tus ojos.

En tu faz se abren,

para regalo mío,

todas las flores.

La lumbre sola

de tus pupilas

me da la vida.

Y tu boca florida

con su sonrisa

me hace dichoso.

Ven y ámame,

tierna paloma,

no temas nada.

Pese al destino,

yo te amaré

hasta la muerte.

Esos tus ojos

Como una estrella tu pupila

cayó una noche en mi congoja.

Cuando a esconderla fui en mi pecho

se convirtió en tierna paloma.

Luego, envidioso torbellino

me la arrebató de las manos,

para evitar que la siguiera

dejome ciego y amarrado.

Encarnecido en el camino,

flagelado por lluvia y sol,

pensando en su tierna paloma

se carcome mi corazón.

La paloma agreste

¿Qué viene a ser el amor,

palomita agreste,

tan pequeño y esforzado,

desamorada,

que al sabio más entendido,

palomita agreste,

le hace andar desatinado,

desamorada?

Palomita agreste, desamorada,

amanece el día

en que yo me vaya.

Alegre golondrina,

palomita agreste,

enséñame tu camino,

desamorada,

para irme sin que me sientan,

palomita agreste,

y salvarme de mi destino,

desamorada.

Mamá

¿Qué nube será aquella nube

que oscurecida se aproxima?

Será el llanto de mi madre

que convertida en nube viene.

A todos ilumina el sol, menos a mí.

A todos les llega la felicidad,

en cambio para mí sólo hay dolor.

Más que un manantial

al no conocerla me puse a llorar

y no habiendo quién me socorriera

mis propias lágrimas bebí.

También a las aguas me arrojé,

diciéndoles: "Aguas, llévenme"

Pero las aguas me arrojaron a la orilla,

diciéndome: "Anda a buscarla".

Si ella pudiera ver en mi corazón,

cómo está en un charco de sangre,

enredado entre espinas,

llorando al igual que ella.

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