Martes 18 de abril de 2017
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Rafa corta unas patatas mientras el aceite se calienta en la sartén, luego añadirá una pizca de sal y las juntará con dos huevos batidos para hacer una tortilla. Ã?l es un joven dominicano de veintiún años que pertenecÃa a una de las bandas latinas más peligrosas, ahora ha conseguido convertirse en cocinero gracias a la escuela de hostelerÃa Cesal, que imparte clases de cocina a personas en riesgo de exclusión social en Madrid desde hace cinco años.
"Si la cocina no hubiese aparecido en mi vida, estarÃa en la cárcel, cumpliendo treinta años de condena, o muerto, como alguno de mis amigos". Rafa quiso abandonar su anterior vida cuando una banda rival asesinó a un compañero. "En ese momento me di cuenta de que el muerto podrÃa haber sido yo", dice Rafa. Desde entonces busca un futuro mejor para él y su familia, lejos de la violencia.
Hay muchas historias de superación en Cesal. Personas que quieren buscar una alternativa a su situación, aprender y sentirse útiles. No importa de dónde procedan o si han tenido un pasado problemático, lo principal es esforzarse para salir adelante, ser constantes. Alejo tiene sÃndrome de asperger pero no le impide ser uno más del grupo: "mis padres están muy contentos al verme disfrutar y cuando les cocino en casa todo lo que he aprendido". Tawa fue una vÃctima nigeriana de trata de personas durante meses y [,] tras huir de la mafia, ha encontrado en la escuela una esperanza para ella y su hijo: "ahora lo único que quiero hacer es aprender a cocinar y tener un futuro alejado de las calles y de la prostitución".