Sábado 15 de abril de 2017
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¿Qué motiva al gobierno boliviano a apoyar a su par venezolano sacrificando las relaciones con sus vecinos principales y también alejando a potenciales aliados en diferentes foros internacionales? ¿Es una razón ideológica amparada en el llamado socialismo del siglo XXI? ¿Es la necesidad de supervivencia frente a un tablero tambaleante? ¿O es el temor de que futuras autoridades en Miraflores investiguen a fondo qué hizo Hugo Chávez con los fondos públicos?
Incluso los datos oficiales de la deuda externa que tiene Bolivia con Venezuela son insuficientes. El 2006, Bolivia le debía 33 millones de dólares, cifra que en seis años subió en un 1.269%. El 2011, boletines institucionales, públicos y privados, aseguraron que La Paz debía más de 400 millones de dólares a Caracas, el 50 por ciento de la deuda externa bilateral; en esa gestión la deuda había crecido cerca de 100 millones, tanto a mediano y largo plazo. El país gobernado por Hugo Chávez era el mayor acreedor del país gobernado por Evo Morales.
En los años subsiguientes, paralelamente a la decadencia de la economía venezolana y al estallido de la crisis social y política, esos montos declinaron y, según el Ministro Luis Arce, se concentraron en el comercio del diésel. China pasó a ser el país que más presta a Bolivia, igual que Brasil.