Jueves 13 de abril de 2017
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Hace unos dÃas, el Consejo Permanente de la OEA se reunió para debatir sobre la agudización de la crisis venezolana y adoptó una resolución por consenso. Pero lo extraordinario fue que el embajador de Bolivia, que preside por turno las sesiones, se hubiese empeñado, sin éxito, en bloquearla no presentándose en el recinto de las sesiones de este órgano. Quizá tuvo la errada idea de que para obstruir una sesión es suficiente estar ausente.
No reparó en que, para estos casos, hay una regla que, en esta oportunidad, fue cumplida: el artÃculo 6º del Reglamento del Consejo Permanente, que establece: "En caso de ausencia temporal o de impedimento del presidente, lo sustituirá el vicepresidente y, en caso de ausencia temporal o de impedimento de ambos, ejercerá la presidencia el representante titular más antiguo". Como tampoco estuvo presente el vicepresidente -el delegado de HaitÃ- asumió la presidencia el delegado más antiguo.
El embajador de Bolivia ya habÃa esgrimido un argumento insólito para justificar su empeño en forzar el aplazamiento de la reunión convocada: deseaba informarse mejor, pero, claro está, a destiempo y sin consulta previa. Lo cierto es que procuró evitar que se debata sobre la grave crisis venezolana y las violaciones del Gobierno chavista de las libertades democráticas, de los derechos humanos y del Estado de derecho. El presidente del Consejo ya tenÃa un libreto definido.