Mientras la demanda social crece con fuerza, la promesa oficial se debilita al no poder satisfacer los anhelos de una población urgida de soluciones integrales a sus problemas y no de simples paliativos consignados en la promesa oficial. La diferencia es totalmente clara al momento de evaluar lo que se solicita y lo que se atiende. La insatisfacción es parte de este proceso de inequidad social.
Tomando en cuenta la importancia de los proyectos orureños que siguen anotados con letra poco legible en varios pliegos petitorios repetitivos (que no son leídos) sigue pendiente la ejecución del Puerto Seco, considerado como una alternativa para diversificar el movimiento de exportaciones e importaciones, ofreciendo servicios portuarios en tierra, para facilitar el tráfico de apreciable cantidad de productos que necesitan de la estación intermedia de operabilidad técnica como la que generará el Puerto Seco.
Expertos analistas se refieren a la situación económica de Oruro, hay quienes defienden su condición de producción minera, lamentablemente de muy bajo rendimiento por falta de nuevos emprendimientos en renovados yacimientos, por lo que el rubro de subsistencia es el comercio aunque con alternativas poco atractivas por las dudas de su procedencia. Es el caso del contrabando y el comercio informal. Incierta alternativa de sostenibilidad.
El parque industrial y la reposición de leyes de incentivo para atraer inversiones son dos aspectos que deberían marchar juntos, pero falta coordinación y como en otras cosas tampoco hay voluntad política, mientras prevalece en las autoridades un criterio minimalista de hacer cosas chicas o maquillar y hasta parchar algunas obras, con doble gasto de las entidades, utilizando arbitrariamente los recursos que el pueblo quisiera tengan un destino de utilidad práctica para mejorar sus condiciones de vida. Mientras en la ciudad de El Alto se incentivan las inversiones en la nuestra se las ahuyenta por falta de criterios oficiales que garanticen el asentamiento de empresas con centenares de empleos seguros y bien pagados.
No hay un criterio formal, responsable, serio y de ejecución práctica para desarrollar proyectos de necesidad primaria en los barrios de la ciudad que se han extendido en los cuatro puntos cardinales, pero lamentablemente sin planificación antelada que facilite el crecimiento ordenado de la ciudad, contando para tal fin con planes por supuesto aprobados, por la autoridad pertinente para que unidades vecinales cuenten con los servicios básicos elementales.
El problema que afecta una larga extensión de la ciudad densamente poblada, es la contaminación que produce el lento paso de aguas servidas y la acumulación de basuras en el pestilente canal. Se aprobó el presupuesto para la primera fase del proyecto, pero por esas cosas de la burocracia administrativa, la urgente tarea de embovedar el Tagarete sigue siendo otra promesa incumplida.
Lo mismo sucede con el proyecto de construcción del Mercado Central, en dos manzanos de lo que era la aduana, que todavía ocupa algunos predios, como la Policía de Tránsito que debe dejar libre el espacio donde se edificará un mercado modelo que cobije a centenares de comerciantes que han convertido las calles del sector en la muestra práctica de caos urbano, autorizado y vigente por obra y gracia de la presión de comerciantes y la poca capacidad de autoridades competentes para sancionar la indisciplina.
Lo que mencionamos es nada más que una parte de problemas existentes, de la inoperancia de nuestras autoridades y la falta de unidad de instituciones locales para exigir atención a las demandas sociales, pero no sólo con promesas sino con obras palpables, por decirlo del mejor modo.
Fuente: LA PATRIA
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