En antítesis a lo que piensa la generalidad que conoce la excepcional contribución a la humanidad de este científico que lo imagina como impasible a los sentimientos, emociones y al amor; Einstein concebía en su espíritu una proclividad enjundiosa hacia el amor con encendida profundidad. La carta que escribió a su hija Lieserl, conduciéndola sutilmente a través de su lectura sobre los motivos que primaron para proponer la teoría de la relatividad, desvelando lo que muy pocos entendieron, por ello le solicita a su hija que transmita a la humanidad algo que seguramente colisionara con la comprensión y los prejuicios del mundo.
Le dice que hay una energía extremadamente poderosa para la que hasta ahora, la ciencia, no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza, le relata, que incluye y gobierna a todas las otras y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y aún no ha sido identificado por nosotros. Asimismo, ha sido vilipendiada, burlada y despreciada por muchos científicos y médicos del mundo, ¡esta fuerza universal es el amor!
Cuando los científicos estaban tras una teoría unificada del universo olvidaron la más invisible y poderosa de las fuerzas: el amor, que es luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe. El amor es gravedad porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras, el amor es potencia porque multiplica lo mejor que tenemos y permite a la humanidad que no se extinga en su ciego egoísmo y codicia. El amor, continúa el científico en su misiva a su hija, revela y desvela y se vive y muere por él. El temor, el mal, humor, la ira, la ofensa, la venganza, son actitudes contra el amor; actuando, pensando y cultivando emociones y sentimientos con amor defenderá del mal a los humanos.
La astucia, la sagacidad, la picardía dañina y la habilidad con el manejo de la maldad no es inteligencia. Esta no es humana es divina porque solo se incentiva cuando hay amor. La fuerza del amor explica todo y da un sentido superlativo a la vida y es la variable que hemos obviado demasiado tiempo; tal vez porque el amor nos da miedo, pues es la única energía del universo que el ser humano no aprenderá a manejarla a su antojo.
Para dar visibilidad al amor, le susurra imaginariamente, he hecho una simple sustitución en mi ecuación más celebre. Si en lugar de E= mc2, aceptamos que la energía para sanar la mundo puede obtenerse a través del amor multiplicado por la velocidad de la luz al cuadrado, llegaremos a la conclusión de que el amor es la fuerza más poderosa que existe porque no tiene límites. Tras el fracaso de la humanidad en el uso y control de otras fuerzas del universo que se han vuelto contra nosotros, es urgente que nos alimentemos con otra clase de energía, continua, y le confía que si se quiere que la especie humana sobreviva encontrando un sentido a la vida y ver el ser sensible que en el habita, el amor es la única respuesta.
Lieserl, le escribe, no estamos preparados para fabricar una bomba de amor, un artefacto lo bastante potente para destruir todo el odio, el egoísmo y la avaricia que asolan al planeta, sin embargo, cada individuo lleva en su interior una pequeña llama incandescente y poderosa que genera amor y cuya energía espera ser liberada. Observe el lector sutileza con la cual el extraordinario científico equipara su teoría de la relatividad con el amor.
Cuando aprendamos a dar y recibir esta energía universal, querida Lieserl, comprobaremos que el amor todo lo vence, todo lo trasciende y todo lo puede, porque el amor es la quintaesencia de la vida. Todo lo que siembres con amor lo cosecharás con amor y todo lo que siembres con energía que no sea amor, cosecharás la misma energía que siembras.
Me duele mucho, hija, que no haya sabido expresar lo que alberga mi corazón que ha latido silenciosamente por ti toda mi vida. Quizá sea demasiado tarde para pedir perdón, pero todo el tiempo es relativo: necesito decirte que te quiero y que gracias a ti he llegado a mi última respuesta "solo por amor será salvado el amor".
Tu padre Albert.
Albert Einstein no solo fue un hombre cuya inteligencia transformo al mundo por su revelación de la teoría de la relatividad; era un hombre que engendraba en su espíritu los sentimientos nobilísimos y su persecución por las virtudes y practicarlas, lo hizo un mejor ser humano.
(*) Abogado, doctor honoris causa, escritor
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