Más allá de los aspectos que mantienen en expectativa a las autoridades y ciudadanos de Chile y Bolivia, esperando la culminación de un doble proceso que se desarrolla en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en La Haya, y ambos por tema de aguas, el caso marítimo para recuperar la costa boliviana usurpada por Chile, también se ventila el asunto de agua dulce proveniente de la vertiente boliviana del Silala y que se desvía a territorio chileno por canales artificiales y por las que el Gobierno chileno no cancela nada, está ahora en la palestra noticiosa el complejo problema fronterizo.
Para entrar en la materia, hay que recordar que Chile incumple por años la obligación que tiene para desactivar áreas minadas en la zona fronteriza que constituye un latente peligro para la vida de los pobladores de la zona, también para el ganado que transita en el territorio minado. De acuerdo a un informe preliminar de autoridad chilena, se habría desactivado 56 de 70 áreas minadas persistiendo el riesgo de tropezar con explosivos que fueron sembrados durante el régimen de Pinochet y que lamentablemente aún están activados.
Recientemente se produjo un incidente en un sector fronterizo entre ambos países y por la manera en que actuó la policía chilena resultaron detenidos varios ciudadanos bolivianos que siguen privados de libertad, pese a que al transcurrir varios días del incidente, la figura es muy clara al no haberse comprobado que elemento boliviano hubiese "invadido" el territorio vecino. Sucedió que funcionarios de aduana y militares bolivianos se encontraban cumpliendo su labor de lucha contra el contrabando que transita por esa zona a vista de gendarmes chilenos y en clara posición de apoyo al comercio ilegal.
Frente a los hechos sucedidos con la detención de funcionarios bolivianos y bajo la alternativa de infracciones fronterizas y con el objeto de evitar futuros incidentes es que desde Bolivia se plantea la actualización de los puntos referenciales de la frontera para alcanzar una definición en 850 kilómetros de frontera con Chile, accediendo a estándares internacionales modernizados que establezcan claramente las líneas que dividen la zona o el territorio binacional, situación que permitiría asentar seriamente los límites fronterizos mejorando su demarcación ya que en la actualidad se observa grandes distancias entre hito e hito sin ninguna señal excepto algunos "mojones" que constituyen cierta referencia que merece afirmarse en base al resultado de estudios geodésicos que además sean considerados por una comisión binacional de alto nivel que actualice la demarcación, identificando además los 85 pasos irregulares.
En verdad que el problema de nuestra extensa frontera merece atención especial con un trabajo profesional y participación de las otras partes, pues no se trata sólo de Chile, también Argentina, Brasil y Perú, aunque con estos últimos no se han generado problemas directos, pese a que también son puertas abiertas a una fuerte corriente del contrabando.
No se miente cuando se menciona el abandono de nuestras fronteras que muy eventualmente son controladas por patrullas al mando de un oficial y algunos soldados que "miran y pasan", y en esa misión se enteran en algunos casos del movimiento de hitos por parte de vecinos, especialmente de la zona chilena, situación que se informa por conductos regulares, pero que no solucionan el problema.
Lo que se espera es el cumplimiento de un anunciado proyecto con presencia permanente de las FF.AA. en varias unidades que deben ser emplazadas en sitios donde se hace necesario "sentar soberanía" en defensa de la territorialidad y los recursos naturales, muy apetecidos por algunos vecinos.
Fuente: LA PATRIA
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