Sábado 08 de abril de 2017
ver hoy
Para la significación de la cultura es necesario conceptualizar el problema del ateÃsmo y tratándose de un tema fundamental en la humanidad como la existencia de Dios, el intento de este columnista, en rigor de verdad, es esclarecer la división del ateÃsmo que es triple: los pseudoateos que no creen en Dios cuando en realidad creen inconscientemente en Ã?l, porque el Dios que niegan (existencia), no es Dios sino algo diferente. Los hay ateos prácticos que imaginan creer en Dios y creen en Ã?l en su fuero interno, pero su comportamiento traiciona lo contrario con cada una de sus acciones; finalmente aparecen los ateos absolutos que efectivamente niegan la existencia de Dios y, por ello, se obligan a sà mismos a cambiar toda su escala de valores, que es la denominación a la corriente del pensamiento ético que ve en el valor el problema esencial de la ética, y aniquilar dentro de sà mismos, es decir, sistemática y exhaustivamente, todo lo que tenga relación o recuerdo de Dios.
Esta trilogÃa de ateos, que es más un problema filosófico, como se demuestra en primera instancia con el ateo práctico que presenta su proposición con la posibilidad de una conciencia engañada y de una escisión o separación entre su inteligencia y voluntad. El ateo práctico, asà no le agrade, acepta la existencia de Dios y, obstinadamente, lo olvida en toda ocasión.
El lugar del ateo absoluto es diametralmente diferente, este no se olvida de Dios, piensa constantemente en Ã?l, llega a persuadirse pero no convencerse, ya que existe significativa diferencia entre persuadir y convencer, intelectualmente que Dios no existe y esa negación lo sumerge en una dialéctica interior que le impone destruir sin pausa todo surgimiento de lo que ha sepultado dentro de sÃ. Esta clase de ateo niega explÃcitamente la Trascendencia, que es la supramundidad de Dios cuya infinitud sobrepuja de manera inefable al mundo y a todo lo finito. El ateo absoluto no es una sencilla falta de creencia en Dios, es un combate contra Dios, un desafÃo tendido a Dios y, si eventualmente, resulta victorioso en su propósito, cambia el hombre y se convierte en un espÃritu atiborrado de substancia muerta y una consistencia petrificada.
Respecto a la cultura actual, que es el cuidado y perfeccionamiento de las aptitudes propiamente humanas más allá de su estado natural, el ateÃsmo es una evidencia, verdadera y fiel, del estado a que quedó reducido el ser humano debido a que el hombre es imagen y semejanza de Dios, es natural que lo que el ateo piense de Dios corresponda al estado en que esa imagen y semejanza a Dios se encuentra en un periodo dado de la cultura.
Solo hay una conclusión: ateos y creyentes cruzan juntos los umbrales de cada era y en esta nueva era cada uno querrá afirmar su propia posición y filosofÃa en los nuevos espÃritus de la civilización que son los jóvenes, empero, la civilización como integridad humana deberá superar el ateÃsmo y liberarse de su inspiración; sin presión ni propaganda, sólo con la razón, una iluminación profunda e intelectual, pero ante todo se requiere el testimonio del amor.