La primera es que vivimos en un mundo donde el azar juega un papel más importante de lo que imaginamos: en los estudios ("me tocó el tema que más habÃa estudiado"); en los negocios ("me cayó" la Renta); en el amor (el encuentro inesperado e inexplicable con la pareja de toda la vida); en la investigación (¡cuántos descubrimientos - penicilina, rayos X, entre otros - se debieron al azar!) y hasta en la guerra (Napoleón confiaba más en la suerte de sus generales que en su destreza). El azar es en el fondo un factor que no controlamos y que nos hace sentir vulnerables y frágiles, como si nuestra vida pendiera del caso. Definitivamente no somos dueños de nuestra vida, en lo bueno y en lo malo que eso significa, y este pensamiento deberÃa relativizar la arrogancia con la que tratamos a los demás.
Desde luego, la oración de petición no es la única ni la más noble forma de orar. De hecho, se ora para dar gracias, bendecir, adorar o pedir perdón; no obstante, hasta la oración de petición adquiere sentido en un mundo donde no tenemos control de todo, donde el azar puede determinar que un tumor aparezca o desaparezca. En el primer caso acusamos a la "mala suerte", en el segundo gritamos "¡milagro!". En ambas situaciones, un creyente deberÃa ver el "dedo de Dios" que actúa misteriosamente dejando huellas invisibles de su paso mediante el azar.
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