No hay prohibición, tampoco ninguna regulación para importar ropa china, de modo que esa liberalidad comercial ha provocado la saturación de mercados en La Paz, El Alto y Oruro, que se han convertido en las plazas de acopio de los productos chinos que se venden al por mayor y menor, resultando sorprendente la cantidad de esa ropa que consignada por aduana como legalmente importada no tiene restricciones para su comercialización.
Confeccionistas que trabajaban con cierto tipo de prendas y con un comercio hasta hace tiempo atrás mayorista, han ido disminuyendo paulatinamente su producción hasta llegar a punto cero y convertirse en revendedoras de la variada prenderÃa china. El factor de industria de cualquier dimensión desaparece, y arrastra en su caÃda a centenares de empleados, que a su vez por la necesidad de subsistencia se dedican al comercio informal.
Se trata de un "grandÃsimo problema" como lo reconocen los dirigentes de las cámaras de exportación, importación y de comercio en nuestro paÃs, mostrando cifras realmente alarmantes sobre el daño que ocasiona la magnitud de los productos chinos que copan centenares de puestos de venta en mercados del paÃs, mientras en igual o mayor proporción se cierran talleres textiles y otros que trabajan con cuero en el rubro de marroquinerÃa.
Hay necesidad de revisar las normas, poner freno a ciertas importaciones especialmente la de China, además de hacer cumplir las prohibiciones para comerciar ropa usada. Gravar de algún modo a tÃtulo impositivo, un comercio irregular que altera y afecta no uno, sino varios rubros de nuestra actividad económica. Un problema de connotación social sumamente perjudicial.
Un dato revelador que complementa el dramático problema, señala que hasta el 2015 Bolivia exportaba 4.292 toneladas de su producción y el año pasado la cantidad bajó a 612 toneladas.
Fuente: LA PATRIA
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