Sábado 01 de abril de 2017
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Hace pocos meses la gobernación de La Paz estrenó un sólido asfalto para facilitar el tránsito de los muchos turistas que van hasta RÃo Abajo para disfrutar el fin de semana en un clima más cálido, camino de la red troncal. Sin embargo, la empresa estatal del agua decidió que le tocaba a ella abrir zanjas para sus cañerÃas y, como suele suceder, dejó el asfalto lateral partido y esparcido.
¿Quién pagará la reparación? Epsas, la gobernación, la alcaldÃa de Mecapaca, los contribuyentes? De hecho, la garantÃa que comprometió la constructora ya no sirve pues los destrozos son intencionados. Seguramente, los pedazos quedarán muchas semanas, años, y una buena idea terminará en un intento más.
Lo mismo sucedió con los arreglos de la alcaldÃa paceña en el barrio de Aranjuez, perforados poco después por las (descuidadas) microempresas que cavan espacios para las tuberÃas que llevan gas. Una meta loable pero a costa de picotear un esfuerzo municipal.
La falta de coordinación entre los niveles del Estado y las empresas públicas tiene en la sede de gobierno un sello polÃtico. Sin embargo, revela algo más complejo, la tendencia a la ineficiencia, ineficacia y desperdicio que marca a la sociedad boliviana.