Miercoles 29 de marzo de 2017

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Hace casi 50 años, en Roma, un amigo griego que estaba a cargo de temas de relaciones públicas, preguntaba en la universidad qué se podía hacer para salvar al Automóvil Club de esa ciudad.
Atrevido, como yo lo era entonces, le respondí: "Hay que cambiarle el nombre". Club, le dije, suena a privilegio, a élite discriminadora.
Después de tantos años encuentro que en mi pueblo, en Tupiza, el Club Unión se está muriendo. En ese club, en 1909, según relata él mismo, Hiram Bingham, quien descubriría pocos días después la fortaleza de Machu Picchu, vio la representación de una obra de teatro. Había llegado desde La Quiaca a bordo de una carreta tirada por ocho mulas. Y por poco se conoce a Butch Cassidy.
Pues ahora, el club tupiceño ha sido secuestrado por un grupo de personas que, amparadas en los estatutos internos, han tomado control del local, y están disponiendo de él como si fuera propiedad privada.
Estuve en Tupiza para asistir a la entrega del libro sobre Líber Forti, mi maestro, un libro escrito por Gisela Derpic. Muy bueno.