Cambiar el modelo de justicia

Algo que se comenta con cierta insistencia en los pasillos de las dependencias de la justicia, es el hecho de esperar cambios muy definidos para encontrar el camino verdadero de una reestructuración del sistema, pero con sentido práctico para mejorar las condiciones en que todavía se desenvuelven los operadores de las leyes.

Más de medio año transcurrió desde que se realizó la Cumbre de Justicia el año pasado y todavía no se han dado pasos concretos para reformar el sistema judicial con la recomendación de comenzar el proceso con la transformación en el manejo administrativo de los juzgados, asumiendo que nuevos magistrados podrán encarar la renovación de justicia con un verdadero cambio de actitud de todas las autoridades jurisdiccionales, empezando por nuestras universidades para profundizar el sentido ético de los abogados y particularmente de aquellos que estén listos para brindar experiencia y méritos en el ejercicio de sus labores.

Se adelantó que en este proceso de cambio algunos proyectos normativos están en consideración de la Asamblea Legislativa y se relacionan con modificaciones en la Ley de ejercicio de la abogacía, así como del Código de Procedimiento Penal que será reemplazado con un renovado Código del Sistema Penal que reúne en un solo cuerpo los códigos Penal y Procesal Penal, cuánto beneficiará la innovación, es algo que sólo se verá en la práctica. Propuestas hay varias y se las expone desde algunos niveles, que no son precisamente de consenso pues son parte de sugerencias interesadas, pero no consistentes como para encarar un cambio que se sienta con resultados benéficos en toda la sociedad.

La reforma de la justicia sin embargo, no se producirá simplemente con algunos cambios normativos de las leyes si además no existe la mejor y responsable predisposición de un conjunto de nuevos magistrados, hombres o mujeres, con plena disposición de servir a la colectividad y no servirse de ella, menos si se tratase de admitir influencias en un esquema de justicia politizada.

En la posición de algunos juristas en ejercicio, "la crisis de la justicia viene desde la República y por lo mismo hay que comprender que no es un problema exclusivo del �rgano Judicial, es un hecho que de algún modo afectó y afecta al Estado". Lo que se advierte en opinión de algunos Consejeros de la Magistratura es que trabajan contra el tiempo, pues tras cuatro años transcurridos de trabajos para fortalecer y transformar la administración de justicia, hay algunos avances que pueden considerarse interesantes como la implementación de tres nuevos códigos procesales que recién entraron en vigencia hace más de un año y facilitarán las gestiones elementales de quienes buscan justicia efectiva.

Pero nada avanzará hacia objetivos de alta responsabilidad jurídica, mientras no se produzca una verdadera renovación de los magistrados, directos responsables de aplicar justicia con idoneidad, sapiencia, equidad, ética y moralidad profesional de indiscutible valor. Sólo magistrados respaldados por el signo de la meritocracia e independencia partidaria, podrán devolver al sistema la imagen de seguridad, equilibrio y garantía, atributos de una límpida justicia.

Fuente: LA PATRIA