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Sábado 25 de marzo de 2017

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Saber vivir

25 mar 2017

Fuente: www.samaelgnosis.net

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Se hace necesario saber vivir. Esto es algo que debemos entender, cuando platicamos con alguien, este nos cuenta los diversos sucesos de su vida. Nos habla, digamos, de acontecimientos, de lo que le sucedió en determinadas épocas de su historia, como si la vida fuera solamente una cadena de eventos.

No se da cuenta la gente de que además de las circunstancias de la existencia existen también los estados de conciencia. La capacidad para vivir se basa, precisamente, en la forma en que uno acierta a combinar los estados concientivos con las circunstancias de la existencia.

Hemos conocido muchos casos concretos de sujetos que tienen una buena casa, un hermoso coche, una magnífica esposa, preciosos hijos y dinero suficiente; sin embargo, no son felices. En cambio, individuos pobres, que están necesitados, posiblemente gente trabajadora de pico y pala, que ni gozan de una hermosa mansión, ni tienen más dinero del que se necesita para un día de subsistencia, ni usan un precioso automóvil; y que, sin embargo, son felices en sus hogares... sus hijos, pobres pero limpios, aseados, y sus esposas hacendosas y sinceras.

No es el dinero en sí mismo el que puede darnos la felicidad; todo depende de la forma en que uno sepa combinar los estados concientivos con los sucesos, las circunstancias de la vida práctica.

Si queremos un cambio definitivo de las circunstancias de la vida, se hace necesario que tal cambio se verifique primero dentro de nosotros mismos, si internamente no modificamos nada, externamente la vida continuará con sus dificultades. Ante todo es necesario hacernos dueños de nosotros mismos. Mientras uno no sepa gobernarse a sí mismo, tampoco podrá gobernar las circunstancias difíciles de la existencia.

Cuando contemplamos los diversos acontecimientos de la vida, cuando vemos este orden de cosas, podemos evidenciar que las gentes son verdaderas máquinas, que no saben vivir. Si alguien les insulta, reaccionan furiosos; si alguien les saluda, sonríen dichosos. Resulta muy fácil para cualquier perverso jugar con las máquinas humanas.

Puede hacerles pasar de la tristeza a la alegría y viceversa con sólo decirles unas cuantas palabras. Qué fácil les resulta ¿verdad? Basta con que nos insulten para estar reaccionando. Basta con que alguien nos dé unas palmaditas en el hombro para sonreír contentos. No sabemos gobernarnos a sí mismos, otros nos gobiernan, y eso de hecho es lamentable.

Es necesario comprender qué es la mente y qué es el sentimiento y el sentimentalismo. Si estudiamos al Ser juiciosamente, veremos que la mente no es el Ser.

En su aspecto negativo, el sentimiento nos convierte en entes demasiado negativos. Más, en sí mismo, el sentimiento no es tampoco el Ser. Puede pertenecer al Centro Emocional, pero no es el Ser. La mente tiene su centro, el Centro Intelectivo, pero no es el Ser. El centro de la mente, el intelectivo, está en el cerebro, eso es obvio, pero no es el Ser.

El sentimiento, que corresponde al Centro Emocional o al Cerebro Emocional, está en la región del plexo solar y abarca hasta los centros simpáticos y el corazón, pero no es el Ser. El Ser es el Ser, y la razón de ser del Ser es el mismo Ser.

¿Por qué sufren los seres humanos? Porque permiten que el pensamiento y el sentimiento intervengan en las diversas circunstancias de la vida. Si nos insultan, reaccionamos de inmediato insultando. Si hieren nuestro amor propio, sufrimos y hasta nos encolerizamos cuando contemplamos todo el panorama de la vida, podemos evidenciar claramente que hemos sido, digamos, leños en el océano, debido precisamente a que hemos permitido que, en las diversas circunstancias de nuestra existencia, se entrometan siempre la Mente y el Sentimiento.

No le hemos dado oportunidad a la Esencia, al Ser, para que se exprese a través de nosotros. Siempre hemos querido resolver las cosas por nuestra cuenta. Reaccionamos ante cualquier palabrita dura, ante cualquier problema, ante cualquier dificultad. Nos sentimos heridos cuando alguien nos lastima o contentos cuando cualquiera nos alaba. Hemos sido víctimas de todo el mundo. Todo el mundo ha jugado con nosotros. Hemos sido, dijéramos, leños entre las embravecidas olas del gran océano. No hemos sido dueños de sí mismos.

¿Por qué nos preocupamos? Me pregunto y les pregunto a Uds. «Por un problema», me dirán. La Preocupación, es un hábito de muy mal gusto, de nada sirve, nada resuelve. Uno tiene que aprender a vivir de instante en instante, de momento en momento. ¿Por qué ha de preocuparse uno? Así pues, ante todo, no permitamos que la mente y que los sentimientos se entrometan en las diversas circunstancias de la vida.

La personalidad humana debe tornarse tranquila, pasiva. Esto, implica, de hecho, una tremenda actividad de la Conciencia. Esto significa aprender a vivir conscientemente. Esto significa poner las bases para el Despertar.

Fuente: www.samaelgnosis.net
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