La verdad en su acepción más general expresa una igualdad o conformidad entre la inteligencia que es el conocimiento intelectual y ser como hecho y, en su sentido más profundo, una total interpenetración de ambos; también verdad es la conformidad de las palabras y los hechos con el pensamiento, o sea la veracidad de las palabras. Esta acepción contundente e irrefutable con contenido filosófico no es precisamente la que se aplica en el centenario conflicto entre Bolivia y Chile, porque el primero arguye la verdad y el otro paÃs expresa conscientemente lo contrario a la verdad que ocasiona confusión en terceros no involucrados y es una forma de mentira oficiosa y engañosa, intrÃnsecamente ilÃcita porque atenta contra la fidelidad y el crédito de las comunidades pues ante una mentira es imposible una excepción con limites determinados.
Mientras no se reconozca que la pérdida del Litoral Boliviano fue ocasionada sin atisbo o resquicio de duda ni siquiera razonable por una invasión a territorio boliviano que, en aplicación del Derecho Internacional nunca convalida la posesión de territorios usurpados por la fuerza, entonces, infiera el lector, el joven estudiante y todo ciudadano que se interesa por su paÃs que no hay conformidad de la verdad con los hechos y solo con la aplicación de estos cánones de veracidad se conducen los pueblos modernos y respetuosos de la territorialidad ajena.
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Adicionalmente no hubo guerra en sentido estricto del Derecho y su rÃgida concepción, pues jamás se produjo una declaración de guerra a entregarse obligatoriamente a la CancillerÃa o Ministerio de Relaciones Exteriores del paÃs al cual se le declara un estado bélico; entonces, nuevamente no hay conformidad con la verdad. Solo con la formal declaratoria de guerra podrÃa convalidarse la apropiación de territorios conquistados; tampoco aquà hay conformidad con la verdad porque hubo ciertamente una invasión que se entiende, sin interpretaciones interesadas y fuera de su contexto semántico, como acometer, ingresar o entrar por la fuerza a un lugar, especialmente en acciones de guerra y, como no hubo guerra, según los preceptos de Derecho Internacional, solo una invasión con la caracterÃstica de la desproporcionalidad de la fuerza, consecuentemente cualquier pretensión de posesión de territorios es ilegÃtima.
El manido argumento de que los tratados o pactos son para cumplirlos y no contemplan en su naturaleza jurÃdica prescripción, hoy en dÃa, con la evolución de las sociedades y la polÃtica, la involución progresiva de la ignorancia y el reverdecer de la inteligencia y el raciocinio de los pueblos, se establece por gravitante inercia y por necesidad de cada parte la revisión de todo tratado; estos no pueden ser eternos pues serÃa una insipiencia (falta de sabidurÃa y ciencia), de la propia evolución de la humanidad, asà como es una aberración jurÃdica de un paÃs defender el principio primitivo de la fuerza.
Debe considerarse que Bolivia, en su historia, no tiene antecedentes de usurpador ni litigios pendientes con ningún paÃs, el otro paÃs tiene litigios con varios paÃses y ya perdió uno. Bolivia fue el paÃs más desmembrado de la América del Sur por la enfermedad de codicia de los vecinos (et morbo nomen es cupiditas, en latÃn) y también por la errática administración de sus autoridades; eso cuenta por la buena fe. Además, sin excepciones, un tratado, un acuerdo o pacto entre el paÃs invasor y el invadido que pierde algo estructural y vital para su economÃa y comunicación libre con el mundo como son los accesos a océanos y mares, siempre será inequitativo, solo basta observar la impostura, prepotencia e ignorancia de los convenios vigentes de las autoridades del vecino paÃs con las mercaderÃas con destino Bolivia o en tránsito al exterior.
La historia inmutable y sabia irradia impasible sus enseñanzas y nos refiere como antecedente ilustrativo a la guerra de Crimea, por la cual Rusia derrotada por Francia y aliados fue obligada a ratificar el tratado de Paris de 1.856; Rusia habÃa perdido el dominio de los principales puertos determinantes para su defensa; Francia después de considerar argumentos que eran inamisibles en su contundencia y vitalidad para la supervivencia de una nación, devolvió los puertos.
Corolario histórico: no hay tratados que no admitan revisión.
(*) Abogado, doctor honoris causa, posgrado en Educación Superior e Interculturalidad, docente, escritor.