Sábado 25 de marzo de 2017
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Las relaciones de nuestro paÃs con Estados Unidos de Norteamérica no son las mejores, pero tampoco puede calificarse de "las peores", aunque en el caso de nuestras autoridades, las superiores y algunas otras en la escala descendente no pierden ninguna oportunidad de lanzar algunos dardos en contra del "sistema imperialista, neoliberal y capitalista", situación que según se observa pasa sin mayor trascendencia en las altas esferas de la Casa Blanca, donde se instaló el nuevo mandatario, Donald Trump.
Recordemos que las relaciones diplomáticas con Washington están prácticamente "rotas", desde el año 2008 cuando el Presidente Morales decidió expulsar al entonces embajador del paÃs del Norte, Philip Goldberg, acusándolo de injerencia en asuntos internos: La respuesta del gobierno americano no se dejó esperar y adoptó similar posición con el embajador boliviano que tuvo que regresar de inmediato a La Paz. Esa fue como se calificó la primera escaramuza diplomática con el saldo de poner en "congeladores" todas las gestiones entre los dos paÃses.
El asunto se complicó mucho más cuando años después, (2013) el Gobierno boliviano, determinó expulsar de su territorio, también por injerencia en asuntos internos a la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, más conocida por su sigla de Usaid. Otra respuesta de EE.UU. fue la de suspender la vigencia del ATPDEA, un sistema de preferencias arancelarias que permitÃan a industriales bolivianos, la exportación de una amplia lÃnea de productos, especialmente textiles, mercaderÃa de cuero y joyerÃa de oro, entre otros, que dejaron de venderse en el amplio mercado de USA, y no encontraron similar mercado en otros paÃses, como Venezuela que tenÃa mÃnimas compras. El asunto con la DEA y sus objeciones sobre producción y venta de sustancias controladas es otro ingrediente en el menú servido desde el Palacio Quemado y que no gustó a la Casa Blanca.
Fuente: LA PATRIA