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Viernes 24 de marzo de 2017

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Viernes 24 de marzo de 2017
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Bolivia recuerda el Día del Mar mientras crece la tensión con Chile
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Centro "María Antonieta Suárez" replicó Libro del Mar en braille
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Gobierno anuncia que reforzará la frontera con Chile para evitar el contrabando
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Valor comercial del Hotel y Terminal de Buses es de Bs. 16.4 millones
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Se reflejó el fervor cívico
Fe de conseguir una salida soberana al mar está más sólida que nunca
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Proceso de compulsas se llevará a cabo a pedido del magisterio rural
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Congreso departamental renovará estatutos de las juntas vecinales
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Asambleísta denuncia irregularidades en Epdeor y su gerente las desmiente
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Gremiales pedirán revocatoria del alcalde Edgar Bazán
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El próximo miércoles
Choferes convocan a ampliado para solucionar conflicto directivo
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Estudiantes del "Jorge Oblitas" celebran el Día del Mar con un particular "mitin urbano"
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Hasta el 17 de abril
Titulares mineros deben adecuar sus derechos concesionarios
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En el Hospital General San Juan de Dios:
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EDITORIAL
El municipio ganó en carnaval
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Picadas
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Patadas de burro
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La interculturalidad como base de la descolonización
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Ley de Organizaciones Políticas (LOP)
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Chicharronería "Doña Hilaria" tiene 40 días para retirar sus fogones
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Senador Marcelino Arancibia
"Hacer respetar la ley no es abuso de poder"
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Universitarios en procura de tener su Estatuto Orgánico
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Segip concluyó capacitación para la implementación de gestores municipales
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Pampa Aullagas celebra su 34 aniversario
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Sociales
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Un "barquito del papel" reflejó la reivindicación marítima
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La banda del "Luis Mario Careaga" elevó el patriotismo en el Día del Mar
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Ximena Martínez y René Ponce llegan por primera vez a Oruro
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Se presentará la premier del cortometraje sobre la histórica Batalla de Suipacha
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Agenda Cultural
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Bolivia denunciará a Chile a organismos internacionales por torturar a detenidos
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Familiares esperan que Gobierno concrete viaje para visitar a detenidos en Chile
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Percy Fernández insulta a un periodista y luego se disculpa
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Estudio final de la planta de carbonato de litio estaría concluido en abril
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Tras presentar réplica en demanda marítima
Bolivia trabajará sobre la demanda del Silala
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ASP- B: Cada día se constata vulneración al Tratado de 1904 sobre libre tránsito
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Editorial y opiniones

Patadas de burro

24 mar 2017

José Luis Bolívar Aparicio

Hace un tiempo atrás comenté sobre un viaje que hice el año 1990 a la Argentina formando parte de una delegación de Caballeros Cadetes que representaríamos a Bolivia en el desfile del 9 de Julio, aniversario de la Independencia de la Nación Austral.

Tengo muy gratas experiencias de aquel viaje, pero una en especial, más que ingrata yo la llamaría ilustrativa y me sirvió para toda la vida, para saber perfectamente la clase de personas que son quienes voy a aludir a continuación.

Llegamos el sábado 7 de julio para estar preparados para el desfile pero al día siguiente, el domingo 8 de aquel mes, el país entero para lo que estaba preparado era para ver a su selección de fútbol jugando su segunda final consecutiva y la tercera de su historia, y nuevamente ante el mismo rival, a quienes derrotaron cuatro años antes en el Estadio Azteca de la capital mexicana.

Resulta que de aquel gran equipo del 86 que había asombrado al mundo futbolero, quedaba ya muy poco, los jugadores no eran los mismos, el técnico mucho menos y el aire entre los marplatenses, estaba enrarecido desde el principio. Maradona ya no era el "Pibe de Oro", la droga ya se había apoderado de su voluntad y su conducta como la de otros compañeros ya influía en el rendimiento de todo el equipo.

Y es que el segundo torneo organizado por el país de la bota, como espectáculo tan sólo tendría a la mejor canción de la historia de los mundiales. Incluyendo a su mascota que era un verdadero bodrio, de fútbol se vio muy poco, empezó a importar más el resultado que el juego y todos, absolutamente todos aprendieron que era mejor defenderse bien que tratar de atacar aunque sea mal.

No por nada, el segundo finalista, justamente la selección celeste y blanco, llegó a disputar la finalísima, habiendo perdido el partido inaugural, ganando apenas dos partidos, y empatando todas las demás fechas, aferrándose a los penales donde la suerte de sus ejecutores tuvo mucho que ver, pero ante todo, las heroicas intervenciones de un Sergio Goycochea, que las intuyó todas y de tapada en tapada se convirtió en el talismán de una Argentina que con Maradona sobre un solo pie, apenas podía conducir en ataque a un esquema tenaz y muy aguerrido pero falto de talento y categoría.

La cosa es que entre jugadas porfiadas, mucha fortuna en los penales y hasta trampas extradeportivas como la del agua dopada a los brasileros, de la que en lugar de avergonzarse, años después se mofarían, los argentinos estaban nuevamente en la final y volverían a enfrentarse a los teutones, esta vez a la cabeza de un pragmático y eficiente Franz Beckenbauer.

Ante tal acontecimiento y dado el arribo de cientos de cadetes de casi 7 países sudamericanos, los alumnos del Colegio Militar de la Nación Argentina salieron de franco y se incorporarían recién al día siguiente para el desfile.

En las instalaciones quedaron tan sólo los necesarios y los que estaban de guardia, y a las 4 de la tarde de aquel soleado domingo fuimos al comedor principal para poder ver el partido y de paso acompañar a nuestros anfitriones que por cierto nos habían tratado de maravilla, con una hospitalidad fantástica.

La sorpresa al ingresar al comedor, fue que en el mismo, sentados hasta encima de las mesas estaban unos 80 cadetes del Colegio Militar de Chile, los que con bastante bullicio se preparaban también para ver el match.

No hubo saludos pues, ni ellos, ni nosotros, ni los dueños de casa nos acercamos para tener un ambiente, si se quiere, más cordial, nos ubicamos los pocos que entramos que no pasábamos de 20 en otro sector del recinto, y allá esperamos el inicio del encuentro.

Me imagino a Bolivia jugando la final de un mundial, y yo me estaría comiendo las uñas hasta el codo, sin embargo nuestros hospedantes estaban tranquilos como si fueran a ver un partido de liga. Lógicamente por mil razones, estábamos hinchando por la Argentina y así de solidarios nos paramos durante el himno y aplaudíamos cualquier intervención que tuviera aroma de gol.

Los trasandinos sin embargo, mantenían un silencio casi sepulcral, sin mayor escándalo siguiendo las incidencias del encuentro. Hasta que cerca del final del encuentro, el juez marca un penal dudoso y casi casi sentencia el partido a favor de Alemania. Luego de un buen rato protestando por la medida, no les quedó más que aceptarla, y esperar que el arquero haga una más de las suyas y siga incrementando su talla de héroe.

Nada más lejos de realidad, Brehme no perdonó y pese a que "el Goyco" intuyó el remate y se estiró cuán largo es, no alcanzó ni a rozar la pelota que se chocó en las redes y le dio a Alemania su tercer lauro universal del balompié.

Pero esa puñalada en ese instante no dolió tanto en aquel comedor, como el grito de gol que dieron los casi 100 cadetes chilenos que estaban detrás nuestro y que festejaron como si "la Roja" estuviera ganando ese partido. Una desubicación absoluta de tiempo y lugar que me dejó con la boca abierta, y que los argentinos que estaba presentes junto a nosotros se tuvieron que tragar callados dadas las condiciones de la presencia de estos insoportables visitantes que se mostraron una vez más tal y cual son de verdad.

No por nada, Pinochet, 8 años antes le pasó a Thatcher las coordenadas del Belgrano, que hundieron cobardemente los ingleses, aun sabiendo que estaba fuera de la zona de exclusión.

Chile no se siente parte de América, tiene un complejo de superioridad, que le hace creerse europeo en continente equivocado. No por nada ha tenido y sigue teniendo conflictos con todos y cada uno de sus vecinos, y aunque se ha hecho muy fuerte militarmente con plata ajena (el cobre que sostiene su armamento tiene residencia en territorio usurpado a Bolivia), ya quisiera verlos así de paradores con el Brasil por ejemplo.

El Gobierno nacional, desde que acertadamente ha decidido dejar de lado las inútiles conversaciones y acercamientos con Chile para trasladar la diatriba a un juzgado internacional, lastimosamente a plan de mucha publicidad y actos que tratan de elevar el fervor patriótico, está generando en la población, sobre todo me parece en la infancia y juventud, una especie de triunfalismo esperanzador, haciendo creer que la sentencia de la CIJ va a otorgar a los bolivianos nuevamente una salida soberana en el Pacífico.

En el mejor de los casos, nos va aponer a seguir charlando con un estado que es incapaz siquiera de pensar en la más mínima posibilidad de que aquello suceda.

No ha nacido chileno aun, que sea capaz de ir en contra de su Constitución y que se tire a su país en la espalda para poder negociar el territorio mapocho. Siento que un poco de realismo, nos caería mejor, pues como decía mi abuela, lo único que se puede esperar de un burro, son patadas.

(*) Es paceño, stronguista y liberal

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