Tengo muy gratas experiencias de aquel viaje, pero una en especial, más que ingrata yo la llamarÃa ilustrativa y me sirvió para toda la vida, para saber perfectamente la clase de personas que son quienes voy a aludir a continuación.
Llegamos el sábado 7 de julio para estar preparados para el desfile pero al dÃa siguiente, el domingo 8 de aquel mes, el paÃs entero para lo que estaba preparado era para ver a su selección de fútbol jugando su segunda final consecutiva y la tercera de su historia, y nuevamente ante el mismo rival, a quienes derrotaron cuatro años antes en el Estadio Azteca de la capital mexicana.
Y es que el segundo torneo organizado por el paÃs de la bota, como espectáculo tan sólo tendrÃa a la mejor canción de la historia de los mundiales. Incluyendo a su mascota que era un verdadero bodrio, de fútbol se vio muy poco, empezó a importar más el resultado que el juego y todos, absolutamente todos aprendieron que era mejor defenderse bien que tratar de atacar aunque sea mal.
No por nada, el segundo finalista, justamente la selección celeste y blanco, llegó a disputar la finalÃsima, habiendo perdido el partido inaugural, ganando apenas dos partidos, y empatando todas las demás fechas, aferrándose a los penales donde la suerte de sus ejecutores tuvo mucho que ver, pero ante todo, las heroicas intervenciones de un Sergio Goycochea, que las intuyó todas y de tapada en tapada se convirtió en el talismán de una Argentina que con Maradona sobre un solo pie, apenas podÃa conducir en ataque a un esquema tenaz y muy aguerrido pero falto de talento y categorÃa.
En las instalaciones quedaron tan sólo los necesarios y los que estaban de guardia, y a las 4 de la tarde de aquel soleado domingo fuimos al comedor principal para poder ver el partido y de paso acompañar a nuestros anfitriones que por cierto nos habÃan tratado de maravilla, con una hospitalidad fantástica.
No hubo saludos pues, ni ellos, ni nosotros, ni los dueños de casa nos acercamos para tener un ambiente, si se quiere, más cordial, nos ubicamos los pocos que entramos que no pasábamos de 20 en otro sector del recinto, y allá esperamos el inicio del encuentro.
Me imagino a Bolivia jugando la final de un mundial, y yo me estarÃa comiendo las uñas hasta el codo, sin embargo nuestros hospedantes estaban tranquilos como si fueran a ver un partido de liga. Lógicamente por mil razones, estábamos hinchando por la Argentina y asà de solidarios nos paramos durante el himno y aplaudÃamos cualquier intervención que tuviera aroma de gol.
Pero esa puñalada en ese instante no dolió tanto en aquel comedor, como el grito de gol que dieron los casi 100 cadetes chilenos que estaban detrás nuestro y que festejaron como si "la Roja" estuviera ganando ese partido. Una desubicación absoluta de tiempo y lugar que me dejó con la boca abierta, y que los argentinos que estaba presentes junto a nosotros se tuvieron que tragar callados dadas las condiciones de la presencia de estos insoportables visitantes que se mostraron una vez más tal y cual son de verdad.
No por nada, Pinochet, 8 años antes le pasó a Thatcher las coordenadas del Belgrano, que hundieron cobardemente los ingleses, aun sabiendo que estaba fuera de la zona de exclusión.
El Gobierno nacional, desde que acertadamente ha decidido dejar de lado las inútiles conversaciones y acercamientos con Chile para trasladar la diatriba a un juzgado internacional, lastimosamente a plan de mucha publicidad y actos que tratan de elevar el fervor patriótico, está generando en la población, sobre todo me parece en la infancia y juventud, una especie de triunfalismo esperanzador, haciendo creer que la sentencia de la CIJ va a otorgar a los bolivianos nuevamente una salida soberana en el PacÃfico.
En el mejor de los casos, nos va aponer a seguir charlando con un estado que es incapaz siquiera de pensar en la más mÃnima posibilidad de que aquello suceda.
No ha nacido chileno aun, que sea capaz de ir en contra de su Constitución y que se tire a su paÃs en la espalda para poder negociar el territorio mapocho. Siento que un poco de realismo, nos caerÃa mejor, pues como decÃa mi abuela, lo único que se puede esperar de un burro, son patadas.
(*) Es paceño, stronguista y liberal
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresÃa Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del dÃa en PDF descargable.
- FotografÃas en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.