Este tema de los "organismos internacionales" es realmente complejo si se trataría de analizarlos bajo una lupa que muestre las bondades y las debilidades de cada entidad y el desarrollo de sus fines y objetivos, con sentido de beneficiar a la mayor cantidad de habitantes del planeta tierra, pues organismos hay de todo tipo y en todo lugar, con propósitos específicos o con un abanico de ofertas, entre ideológicas, económicas, pacifistas o belicistas, están las que defienden los derechos humanos o algunas que se mueven en el ámbito del medio ambiente y no faltan aquellas que de acuerdo a las circunstancias y cuando hay conflictos entre naciones le aumentan leña y hasta gasolina al fuego, o si la perspectiva es evidentemente contraria, usan gran cantidad de agua que la envían por mangueras pero en algunos casos con alta presión.
No hay ninguna definición, tampoco una clara estimación sobre los valores que identifiquen los propósitos reales de organismos internacionales, pues según destacados observadores, cada agrupación, aún teniendo un ideario de acción se mueven pendularmente, atraídos o repelidos por la vigencia coyuntural de la presión que ejercen los grandes protagonistas que tienen bajo su control, las poderosas finanzas que mueven la economía mundial, punto clave del poder que determina la eficiencia de los organismos internacionales.
Tratando el asunto de manera global sería muy difícil conocer y evaluar los fines de tantas organizaciones, sin embargo y aún con las dificultades propias de lo que se puede saber con evidencia formal de las entidades regionales, hay algunas que han pasado examen y no han alcanzado la nota exigida para vencer el grado de aceptación en una comunidad que cada vez entiende mejor el sentido que aparentemente nos brindan aquellos organismos supranacionales.
Entonces es cuando nos ubicamos con mayor proximidad a las organizaciones regionales, incluyendo una que si bien tiene carta de nacimiento en el Distrito de Columbia en Norteamérica, su área de servicios se extendió especialmente hacia el centro y el Sur del nuevo continente, configurado como Latinoamérica, se trata de la Organización de Estados Americanos, más conocida como la OEA a la que en varias ocasiones se ha recurrido para que su mediación solucione conflictos entre países del área y hasta con vecindad limítrofe.
De acuerdo a los analistas de la materia, la OEA no tiene mucho que anotar a su favor, ya que "se ha caracterizado por todo, menos por su utilidad para resolver conflictos" y en ese orden se suman otras siglas efecto de entusiasmos e intereses eventuales que han dado forma a la Celac, Unasur, Alba, Mercosur y algunas otras que como decíamos líneas más arriba, se ocupan de aumentar el fuego o de sofocarlo con agua a presión, de ahí que en la evaluación de hechos, no hay un organismo al que se le pueda atribuir soluciones tangibles en problemas regionales en el contexto de Latinoamérica.
Cuando se piensa en la necesidad de contar con un respaldo de orden institucional y que se ubique con suficiente autoridad y solvencia como para que sus resoluciones tengan valor y se las cumpla, surge la gran duda y en verdad que hay un vacío que alarma y preocupa porque a la hora de las decisiones, puede prevalecer el ausentismo de organizaciones internacionales, por lo menos una que se ubique en los fines de pacificación, integración, equidad y libertad para armonizar la convivencia entre países hermanos.
Fuente: LA PATRIA
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