Sin embargo, sabemos que la CPE apunta a otro blanco: la coca precisa ser protegida de los que lucran criminalmente con ella, desde el momento que, si se la cultiva para desviarla conscientemente hacia fines ilÃcitos, convierte a esos cultivadores en un eslabón de la cadena del narcotráfico (Carta Pastoral de los Obispos, No. 61). De hecho, yo dirÃa más: hay que protegerla de los que fingen protegerla, para en realidad servirse de ella, como un tutor que toma una niña a su cargo para entregarla a la prostitución.
Hay una serie de conceptos, atributos y adjetivos que se aplican alegremente a la hoja de coca los cuales son contradictorios, ambiguos e incluso mÃticos.
Se dice frecuentemente que la hoja de coca es "sagrada". El citado art. 384 de la CPE prescinde de ese adjetivo, pero la reciente Ley 908 en su Art. 2 inc. e) se atribuye la siguiente finalidad: "proteger a la hoja ´sagrada´ de la coca de su utilización con fines ilÃcitos".
Es cierto que la coca es "originaria" de los Andes, pero si se añade que es un don de Bolivia para el mundo, sospecho que a ese "don" el mundo preferirÃa mil veces la papa o la papalisa, máxime si esta última tuviera las afrodisÃacas propiedades que divulga un ex Canciller.
En fin, junto con la discusión cuantitativa en torno a hectáreas de cultivos, toneladas de hoja seca, kilos de cocaÃna y factores de conversión, creo que hace falta investigar más y dilucidar conceptualmente verdades, imposturas y mitos que se tejen en torno a la coca.
(*) FÃsico y analista - Twitter: @fzaratti
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