Decisiones de vida

Voy a tratar de enlazar tres historias muy distintas en las que lo único que converge es la forma en la que se toman decisiones muy importantes, pero cuyos resultados nos pueden ayudar a enlazar resultados o coincidencias con un tema que está a punto de volver a polarizar a la sociedad nacional, como si no estuviéramos ya bastante divididos por la política como para que nos aumenten un motivo más para vernos con más recelo que confraternidad.

Primero me voy a referir a Alice Stewart, una médico inglesa nacida en 1906 y cuya carrera en la salud tomó connotaciones de magnitud en medidas de seguridad que hoy por hoy son de gran importancia.

Culminados sus estudios dedicó su vida a la enseñanza y la investigación, desarrollando muchos trabajos en el área de la medicina social, logrando sus primeros descubrimientos que propiciaron al Consejo de Investigación Médica, le asigne fondos para que pueda confirmar sus primeras hipótesis.

Sin embargo, años después del boom causado por la novedad de este medio, el análisis de nacidos de madres que habían sido expuestas a la radiación daban altos índices de cáncer infantil y otro tipo de enfermedades incluyendo malformaciones y otros problemas de salud en la temprana edad.

Al dar a conocer sus descubrimientos, el menor de sus problemas fue que no le den la respectiva validez, sino que fue víctima de acoso y discriminación tanto por su condición de mujer como por el hecho de que pensaban que estaba en contra de un descubrimiento inerte y que sus teorías inconsistentes no tenían el menor valor.

La doctora tomó la decisión de no callar, y pese a los enormes problemas que tenía que sopesar, luchó con valor para lograr concienciar sobre la realidad, y demostrar que no quería que no se hagan los Rayos X sino que se eviten hacerlos a mujeres embarazadas, medida que hasta el día de hoy es de uso vigente.

La segunda historia es referida al arquitecto William LeMessuier, quien se destacó por ser uno de los proyectistas más famosos de la década de los 60´s mientras trabajaba para uno de los estudios de construcción más famoso de los Estados Unidos.

Con edificios como el Banco Federal de Boston o la Reserva Federal de Sigapur, el cherry en la torta de su carrera llegó cuando le propusieron proyectar el "New York Citicorp Headquarters Tower" en la ciudad de la gran manzana. Un imponente rascacielos de 59 pisos con una estructura tan particular sobre todo en el techo que hasta el día de hoy es uno de los mayores atractivos en el paisaje de tan peculiar ciudad.

Culminado el edificio, se dio por satisfecho y estando dedicado a la formación de nuevos profesionales en cierta oportunidad, uno de sus alumnos de nombre Dianne Hartley, se le acercó para demostrarle con números que debido a la forma de su base pero sobre todo la dirección del declive de su techo, bajo determinadas circunstancias climatológicas, dicha infraestructura podría colapsar.

Sin los modernos simuladores digitales con los que contamos hoy, tuvieron que echar mano de lápiz y papel, para luego de innumerables estudios, dar con que la revelación de su pupilo era real.

Con el prestigio ganado y responsable como era de semejante situación, los inconvenientes únicamente hubieran sucedido bajo una extrema situación del clima. LeMessuier decidió optar por la ética y a riesgo de perderlo todo, sacó a la luz su descuido y decidió corregir las deficiencias en la infraestructura.

A diferencia de lo que pensaba podía suceder, su ética es digna de rescatar, y su nombre queda en la historia como una decisión llena de valor y deontología.

En el tercer relato omitiré nombres pero me referiré a una pareja que en los años 90 tuvo un hijo dentro de su matrimonio y con el consolidaron felizmente su relación.

Lastimosamente con el paso del tiempo la enorme diferencia física entre el padre y su vástago, empezaron a taladrar la duda natural de saber si el menor era realmente su hijo, o era producto de alguna infidelidad por parte de la madre.

La duda escarbó tanto que solicitó a un juez un examen de ADN para el menor, siendo aceptada por la autoridad, que sin embargo dio un resultado inesperado por todos. Evidentemente el niño no era hijo del padre, pero tampoco lo era de la madre. Los genes eran incompatibles entre los 3 y reclamos y mayores investigaciones entraron en juego.

Al asistir a la clínica donde la madre dio a luz, apareció otra pareja también reclamando la misma situación, un error, seguramente sin la mala intención, provocó que dos niños nacidos el mismo día, fueran cambiados y dados a padres diferentes que los criaron como propios.

Las parejas se conocieron y los menores también, sin embargo para ese entonces, el tiempo y el amor habían ya jugado un papel preponderante en la vida de los 6. La decisión fue que se conozca la verdad, pero que los hijos se queden con las familias con las que habían conocido el amor, así no existiese relación sanguínea entre ellos.

Solo Dios sabe lo que debe atravesar una mujer a la hora de tener que tomar la decisión sobre una vida que se gesta dentro de su vientre y cuya existencia depende de lo que la progenitora vaya a hacer.

Empezando por las causas de la concepción, pasando por los riesgos que pueda afrontar esa niña o esa mujer si continúa embarazada, terminando en lo que podría pasar con el infante si llega a nacer, dialogar sobre todo lo que implica el aborto basándose en la Biblia, las leyes la moral o el derecho a decidir es mucho más complejo de lo que podemos pensar, aún tengamos una posición clara sobre el tema.

La variedad de situaciones es tan extensa y diversa, que sería imposible siquiera imaginarlas, para darles un margen legal incluso de poder decir, en este caso si se debe o en este otro no se puede, y peor aún involucrar a los médicos como si su condición profesional pudiera estar muy por encima de su compromiso ético con la vida y sus creencias.

Espero que los legisladores, a la hora de culminar sus tareas sobre el nuevo Código Penal, en este tema específicamente, tomen las mejores decisiones legal y moralmente posibles.

(*) Paceño, stronguista y liberal.