En la historia del mundo, resalta con mucha nitidez el hecho de que los pueblos han cuidado y preservado de todo mal el honor, integridad y honra de su país; mucha muerte y dolor hubo con el fin de lograr que se cuide el buen nombre del propio terruño, de la patria en que se nace y vive. Lamentablemente, todo muestra que en nuestro país el sentido de patria está muy lejos de la conciencia y mentalidad de quienes tienen la obligación de cuidarlo e impedirle sufrimientos muy amargos.
La aprobación legislativa y posterior promulgación por el Presidente de la República de la "Ley de la Coca" no sólo ha sido sorpresiva sino amarga y decepcionante para la mayoría de los bolivianos que no comulga con un aumento indiscriminado del monto legal que se había fijado por la Ley 1008 el año 1988 y que, por veintinueve años estuvo vigente sin que nadie se preocupe de reclamo alguno y menos de modificaciones sustanciales como se exigía, tan sólo de palabra, sin que ni oficialismo ni oposición, ni partido político alguno y menos el Parlamento decida cambios a "ley tan leonina" como se calificaba a esa disposición que daba reglas claras en contra del narcotráfico y fijaba en 12 mil las hectáreas cultivables de coca.
La nueva Ley de la Coca mansilla mucho el buen nombre del país que ya, por los cultivos y la acción del narcotráfico, perdió mucho prestigio y respeto al considerarnos como un país "promotor de las drogas". La nueva Ley nos deja mal parados y con un certero golpe a todos los bolivianos especialmente a nivel internacional. Qué mal paso dio el Presidente y su entorno conjuntamente su partido porque añadir más hectáreas de coca a las fijadas por la Ley 1008 no se justifica en modo alguno porque el consumo tradicional de las hojas de coca ha disminuido mucho en los últimos diez años, pese a que las autoridades no lo reconocen. Los excedentes fijados por la nueva Ley conjuntamente los grandes excedentes que había con la misma Ley 1008, sólo engrosarán la cantidad de coca destinada a producir cocaína. Satisfacerá, y mucho, a cocaleros del Chapare y también a los productores excedentarios de los Yungas paceños pese a que el consumo en lo tradicional y el masticado de hojas está cubierto plenamente con lo fijado por las 12 mil hectáreas.
Mal paso que se ha dado y que deja indefenso al país que, con justa razón, será mal visto por la comunidad internacional aunque la mayoría del pueblo boliviano esté convencida de que se dio un golpe artero al dictar una ley que no debió ser aprobada y menos puesta en vigencia con la firma del Presidente de la República que, a su vez, es presidente de seis federaciones de cocaleros del Chapare.
Será muy difícil para los bolivianos restañar las heridas producidas con la dictación de dicha ley y será más difícil soportar la vergüenza que significa para la dignidad de todos los bolivianos.
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