Sábado 11 de marzo de 2017
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Esta semana se cumplió el centenario de aquella movilización de obreras conmemorando el DÃa Internacional de la Mujer, que desencadenó la llamada Revolución de Febrero (por el calendario juliano) y precipitó la Revolución Soviética. Las textileras no tenÃan más que un pan rancio para sus hijos. Sus hombres estaban en el frente de guerra y ellas debÃan trabajar, además de encargarse de su hogar. Aunque las ciudadanas ya participaron en la Revolución Francesa, en 1917 estaban organizadas y luchaban en un contexto de demandas femeninas propias, como el derecho al voto.
Un siglo después, cómo están las mujeres rusas, ¿son más libres?, ¿son más felices?, ¿son más autónomas? ¿O sólo son estadÃsticas que cubren lo poco que cambiaron sus condiciones? Las luchas feministas siguen más ocupadas en los números y en el aborto que en insistir en polÃticas públicas integrales para lograr la igualdad de oportunidades.
Mucho menos le interesa a Naciones Unidas los asuntos del amor, de la ternura, de la unidad familiar para que todos, hombres, mujeres y -sobre todo niños- se desarrollen como seres armónicos. Hay dinero para campañas sobre derechos reproductivos, no para alentar a los poetas y creativos, más humanos que los soldados.