Daño colateral, desgracia universal

Un pequeño hombre encorvado por los años, con las manos delgadas, casi transparentes, aleopardadas por la enorme cantidad de pecas en ellas, que resaltaban la claridad de su piel en la que se notaban gruesas venas que parecían hacer circular sangre azul por ellas.

Vestía un mameluco plomo, mientras que con un trapeador trataba de dejar relucientes los plomizos azulejos de vinil del largo pasillo del Pabellón "C" del Reclusorio Norte del Distrito Federal en la República Mexicana.

No solo lo doblaba y enviaba su mirada permanentemente al suelo su ya longeva edad, a sus 69 años, una paliza reciente casi le da una sentencia de muerte, y lo dejó demasiado maltrecho y casi incapaz de valerse por sí mismo.

Aun así, si quería permanecer en el bloque donde otros reclusos contemporáneos pudieran cuidarlo, debía cumplir con sus tareas de aseo y limpieza para no ser trasladado a otras dependencias donde podrían extorsionarlo, explotarlo y hasta abusar de él.

Cuando reaccionó el malandro le gritó de todo al anciano, que en vez de asustarse o temerle le increpó con un "No me grite su cunumi e´mier..!!!"

Quizás fue la forma en que se plantó el viejo hombre, quizás fue que no le gustaba que alguien le levante la voz, pero lo más seguro es que al ignorar el significado de la palabra "cunumi", el abusivo no tuvo mejor idea que desfogarse con el pequeño indefenso y casi lo mata a golpes.

¿De cómo me animo a afirmar dicha teoría?, es que cuando hice un curso de especialización en Estados Unidos, más propiamente en Lackland Texas, un policía del país del tequila se hizo mi amigo y me preguntó con mucha curiosidad: Usted que es boliviano, sáqueme de una duda por favor, ¿Qué significa cunumi?

Es el denominativo que se le da al hombre de campo y humilde del oriente de mi país, le dije yo, es una palabra meramente camba, y puede tener connotaciones afectuosas o despectivas dependiendo mucho de las circunstancias y de quién y cómo lo dice, como sucede con la mayoría de los adjetivos calificativos para cualquier persona.

¿Por qué? Fue mi consulta, y entonces me contó la historia que relato previamente, pero detallándome las razones de cómo aquel desafortunado camba llegó a estar detenido nada menos que en una cárcel mexicana.

Don Rogelio (el apellido me lo reservo por razones obvias), era un maestro, casado con una maestra también, que había dedicado su vida entera a la formación de cientos sino de miles de niños, niñas y adolescentes de su natal Santa Cruz desde los años 40 después de retornar de la guerra y prepararse en Cochabamba como maestro de música.

Al comenzar su carrera se conoció con Adela, a quien llevaba por un año, que fue el amor de su vida y con la que ya iba compartiendo hasta entonces 44 años de matrimonio, tiempo en que dio vida a dos hijas y un varón, el cual perdió la vida durante la pequeña revolución el 21 de agosto de 1971.

Ya jubilado se dedicó a disfrutar de su precaria renta, de la compañía de su esposa, de sus queridos nietos cuando podía pero ante todo de su música, sobre todo los mariachis que a través de grandes discos de vinilo le hacían rememorar en sus surcos melodías que lo transportaban a su añorada juventud.

Un día llegó una de sus hijas, en un coche muy lindo y acompañada por su esposo, un brasilero que aunque no le caía muy mal a los padres, algo había que no llegaba a gustarles completamente, sobre todo el hecho de que hasta ahora después de 5 años no se habían casado como Dios manda.

La hija los reunió en la sala y les dio la gran noticia de que ella y su esposo en el agradecimiento a todo lo que habían hecho por ellos querían hacerles un regalo muy especial.

Papá, ahora que ya están con tiempo, ¿por qué no se van a México y escuchan en vivo sus queridos mariachis?, nosotros les vamos a regalar los pasajes y la estadía por una semana. Al llegar los va a recoger la agencia de turismo y se van a divertir como jochis en pantano.

Los padres no podían estar más felices y aceptaron encantados y admirados por la generosidad de su hija y el esposo de ésta. El premio a tanto sacrificio en la vida había dado sus resultados y la hija les daba el más dulce de los obsequios a su amor.

Al día siguiente llegó la hija con dos maletas, les dijo que pongan ahí sus cosas y junto a los pasajes les dio sus pasaportes, los acompañó a la visa y les dio todas las instructivas para cuando llegaran al DF.

Ambos llegaron más que felices al aeropuerto, y nerviosos como estaban por ser la primera vez que salían de su amada Santa Cruz, cometieron varias tropelías en un aeródromo tan grande como el de la capital mexicana. Enseguida la policía se acercó a ayudarlos, pero los dejó curiosos lo pesadas y grandes de las maletas para dos ancianos que además sólo iban a estar dos semanas.

Los llevaron a migración y después de cuestionarles las razones de su viaje procedieron a revisar su equipaje. Era muy poca ropa y muy pocas cosas para pesar tanto, revisaron a fondo y encontraron en cuatro dobles fondos que entre ambos llevaban casi 12 kilogramos de cocaína.

La sorpresa, el dolor y los clamores de inocencia de nada sirvieron, ambos fueron detenidos y posteriormente sentenciados cada uno a 18 años de cárcel a los cuales sólo ella sobrevivió.

Como ésta, son miles de millones las historias que arrastra la droga, y que no solo afectan a los que la consumen, que en demasía llenan nuestro día a día desde las noticias hasta las narrativas que nos cuentan amigos, familiares y que muchas veces vivimos en carne propia, pues a casi nadie le debe faltar el familiar o amigo atrapado entre sus garras.

También hay gente que como don Rogelio y su esposa, pagaron caro la indecencia de quien, absorbida por la codicia, perdió toda conciencia y mandó a sus propios padres al infierno con tal de ganar el sucio dinero que su blanca muerte produce.

Es realmente triste ver cómo un Estado trata por todos los medios de justificar la promulgación de la nueva Ley de la Coca, sabiendo de sobremanera que más del 90% de la hoja verde que se produce en el Chapare va directamente a la producción del veneno blanco.

Dios permita que pronto se ponga freno a esta irracionalidad a nivel gubernamental.

(*) Paceño, stronguista y liberal