Jueves 09 de marzo de 2017

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Alfonso Prudencio Claure, en su columna ´La noticia de perfil´, que la firma como Paulovich y que ya tiene más de 60 años, frecuentemente se refiere a Bolivia como un ´typical paÃs´. Muestra asÃ, con notable humor y agudeza, antiguos defectos, y los que ahora aparecen en nuestra sociedad. Antes, don Walter Montenegro, en su celebrada columna Mirador -en ´Por quéÂ?´-, hacÃa preguntas ingeniosas que, pese a ser pertinentes, trajo en su tiempo reacciones patrioteras, irascibles y de las otras. Esto no sorprende, pues en este género liviano, festivo y atrevido se dicen muchas cosas que, a veces, duelen más que los sesudos y serios análisis de los entendidos.
"El humorismo se origina al calor de un escepticismo polÃtico, existencial o de cualquier otro tipo", dice Silvia Hernández Muñoz (El humor y su concepto, monográfica.org., marzo 2012) y, por ello, queda claro que las incongruencias, las ´metidas de pata´, los embustes y los ´affaires´ son fuentes de inspiración para el humorista. Es más: el humor puede ser muy crÃtico y, por eso, temido por los aludidos. Y cuando esa crÃtica festiva se dirige a los que administran el Estado, generalmente provoca en ellos reacciones intolerantes. En efecto, el escozor que producen las crÃticas con humor intranquiliza a los que incurren en conductas reprobables. Y cuando se los percibe en los cÃrculos de poder, ocasionan enojos, explicaciones burdas y amenazas preocupantes.
Ahora, los artÃculos de humor escasean. Quizá se debe a que algunos piensan que lo que sucede en el paÃs es demasiado serio para ser tratado en broma, o sea con el gracejo de Montenegro y de Prudencio. Sin embargo, hay que convenir en que es importante recuperar ese estilo, puesto que, ante los embates contra la prensa independiente y el pensamiento libre, el género puede sobrevivir a la persecución de los poderosos que no toleran la crÃtica abierta.