Hay cosas inesperadas, pero una mayorÃa pueden ser previsibles si se trabaja en base a la experiencia de varios años de organización del evento. Los problemas en el armado, seguridad de graderÃas y comercialización de asientos, es otro asunto que merece una revisión y de una vez una categorización que permita fijar precios utilitarios, pero no especulativos, porque se debe considerar que lo importante es fomentar el turismo, no ahuyentarlo y para ese objetivo el negocio no puede ser de libre albedrÃo.
No pudo disminuirse la venta de bebidas alcohólicas, los puestos en las calles aledañas a la ruta no fueron suprimidos y en algunos casos estuvieron tan cerca de espectadores y danzarines, como si no existiera prohibición alguna, el control fue ineficiente y el resultado es que hubo ebrios en las graderÃas y en algunos conjuntos, lo que marcó otro punto negativo en la organización del evento.
Parece aceptable el periodo de un mes para preparar informes y ponerlos luego en una mesa de análisis entre autoridades, dirigentes de los grupos folklóricos, es decir, una somera evaluación entre los responsables de la organización del evento para desnudar las debilidades y mejorar las fortalezas. El tema de carnaval si bien estará centrado en el último realizado a fines de febrero, no hay que dejar de lado el hecho de recordar a los actuales protagonistas de tan significativo evento que no se trata de una reciente experiencia, los mismos problemas datan de gestiones pasadas y con los mismos resultados y los mismos organizadores.
Ya es tiempo de establecer la verdadera realidad socio motora de un singular evento que por sus connotaciones deberÃa favorecer a los orureños, anfitriones y actores directos del hecho folklórico y devocional.
Fuente: LA PATRIA
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