La nota para este viernes la tenía preparada, sin embargo, de pronto una noticia ingrata me paralizó el cuerpo y me puso triste el enterarme del deceso de Marcelo Miralles Bová y Miriam Iporre, amigos de mucho tiempo atrás en las instituciones cívicas, culturales y sociales, donde tuvimos la oportunidad de encontrarnos para pasar momentos de esparcimiento, entretenimiento, intercambio de ideas, opiniones en el ámbito de relaciones sociales.
Con dolor y nostalgia sentí el deber y la obligación de referirme a ellos con mucha tristeza en estos momentos de sufrimiento y angustia para mis amigos Marcelo, Ximena, Elena y Cibeles Miralles Iporre.
Con Marcelo, a quien me unía lazos de sincera amistad, intercambié ideas, proyectos y propósitos comunes cuando años atrás en el matutino LA PATRIA del que era gerente y propietario coincidimos en la edición de una separata de publicación semanal que reúna toda la actividad social cultural y que muestre sobre todo la belleza femenina que tiene el departamento, enfocados desde diferentes ángulos y facetas; propósito y proyecto que se plasmó tiempo después bajo la dirección de Marcelo y la coordinación de distinguidos profesionales del periodismo.
Marcelo como amigo era una persona alegre, sencilla, noble e íntegra, con quien siempre había temas de qué tratar e intercambiar opiniones. No le gustaba la política porque era más de ideas, trabajo y de proyectos que enriquezcan el nivel de las actividades culturales y folklóricas de su tierra que le vio nacer y el medio de comunicación era la ventana para mostrar todas esas manifestaciones socioculturales y su difusión internacional y mundial a través de las redes sociales e internet.
Miriam, una persona tranquila, sencilla y amable, la esposa, madre y compañera que siempre estuvo a su lado en las actividades, reuniones sociales, que le tocaba representar al Periódico y también a la Asociación Nacional de la Prensa de la que Marcelo fue su presidente.
A veces por falta de tiempo o por circunstancias de la vida, no tenemos la oportunidad de expresar nuestros sentimientos de cariño y estima personal a los amigos en vida, y lo hacemos cuando ya no se encuentran en esta vida, es que no pensamos en los infortunios del destino que la muerte pueda separarnos o arrebatarnos repentinamente.
Marcelo y Mirian se fueron y nos dejaron acongojados, apesadumbrados y atónitos por su repentina partida al cielo; no nos dieron el tiempo para expresarles los sinceros sentimientos de cariño y afecto; nos queda el orgullo de haber tenido un orureño que trabajó por su tierra y mantuvo presente la información, voz y opinión de su gente a través del único medio escrito que tiene la ciudad de Oruro y la pena porque nunca más los volveremos a ver.
Dicen que las personas buenas siempre se adelantan, tienen un lugar en el cielo y gozan de la compañía del Dios, por eso Marcelo y Miriam se encuentran en ascenso al cielo y gozarán de la compañía de nuestro Padre eterno. Seguro estoy que reservarán un espacio para quienes tarde o temprano seguiremos por el mismo camino, porque no tenemos la vida comprada ni asegurada.
Todo tiene un principio y un final, y muchas de las personas que conocemos y que amamos, algún día tienen que partir al cielo para reunirse con el Creador.
(*) Ingeniero
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