Después de la fiesta a la realidad

Lo de cada año, cuando pasa el jolgorio de carnaval, se retorna a lo habitual, la ciudad con sus problemas y la búsqueda de soluciones a los mismos dentro el marco rutinario que tiene a los vecinos en ascuas esperando que se los atienda en sus premiosas necesidades, más allá de proyectos suntuarios que significan gastos insulsos y no tienen beneficio colectivo.

Hay muchas cosas que merecen prioridad en su tratamiento y que sin embargo se postergan por dar más importancia a ciertos planes en los que por supuesto hay un juego de fuertes inversiones, pero sin seguridad en el retorno social que significa bienestar para la población, por lo que ahora que pasó el carnaval y los prolegómenos de su preparación, hay que volver a la realidad y retomar con mucha responsabilidad la respuesta a los anhelos ciudadanos.

Algo que está en esa misma línea de preocupación es el estado de recuperación del lago Poopó y consecuentemente el Uru Uru, que no han logrado un normal reabastecimiento de agua de manera natural, las lluvias han sido reducidas y aunque todavía se las espera, la solución al problema tiene que darse de manera técnica canalizando el recurso hídrico desde el Desaguadero con planes técnicos que fueron anunciados pero que aún no se realizan. Hay que salvar los lagos de Oruro, espejos maravillosos que permiten subsistir a comunaríos de la región y dan vida a una variada flora y fauna que no deben desaparecer.

Estamos recordando los proyectos importantes que deben ser retomados por las autoridades, como las gestiones para el desembolso de un préstamo de la CAF con destino al embovedado del Canal Tagarete, sin descuidar la urgencia de resolver la solución técnica financiera para la construcción del Mercado Central.

Están pendientes proyectos como el Puerto Seco, el Parque Industrial y de manera vital, la reactivación minera de la región, aspectos que constituyen los grandes retos que consoliden el desarrollo sustentable del Departamento y en los que nuestras autoridades debieran empeñar su capacidad, esfuerzo y voluntad.

Hay que trabajar en la elaboración de normas para regular, actualizar y aplicar un conjunto de medidas que hagan posible el reordenamiento urbano de la ciudad, en la que actualmente el caos reinante, la ha convertido en un enorme mercado persa, donde todos hacen lo que quieren sin importar las incomodidades que se causan a los viandantes, vulnerando sus derechos de comodidad y seguridad.

Después del jolgorio de carnaval, y por la sugerencia de mucha gente, hay necesidad de recordar a nuestras autoridades retomar con seriedad sus obligaciones para satisfacer la expectativa ciudadana que está pendiente de mejores servicios colectivos, con apropiado saneamiento básico en los barrios, mejores condiciones en servicios de salud, un transporte público eficiente y con aceras para los transeúntes y calzadas sólo para los vehículos.

Pasó la diversión, la realidad exige una gestión de eficiencia con servicio y beneficios.

Fuente: LA PATRIA