Polémicas falsas entre defensores de alimentos orgánicos y transgénicos

En los últimos años se han suscitado agrias polémicas entre los defensores de los así llamados alimentos orgánicos y los propulsores de los alimentos transgénicos como soluciones para una nutrición adecuada de la gente y la situación de hambre en muchos países del mundo, especialmente de Asia, África y América Latina, agravada por el cambio climático a nivel general. El debate podría prolongarse indefinidamente, no obstante es necesario resaltar las características, ventajas y desventajas de cada una de ellas.

Los alimentos orgánicos son productos agrícolas o agroindustriales que se producen bajo un conjunto de procedimientos denominados "orgánicos". Las ventajas comprobadas de los alimentos orgánicos son las siguientes: prescinden de insecticidas, no usan herbicidas, no emplean fertilizantes artificiales y dan trabajo a mucha gente ya que se cultivan mediante una agricultura prácticamente artesanal. Sus grandes desventajas son su baja productividad por hectárea, precio de mercado más elevado y cualidades de consumo limitadas.

Las desventajas de los alimentos transgénicos, no comprobadas científicamente, serían: pérdida de la biodiversidad, contaminación del suelo, resistencia de los insectos y hierbas indeseadas ante medicamentos desarrollados para su contención, posibles intoxicaciones debido a alergias o intolerancia a los alimentos procesados, daños irreversibles e imprevisibles a plantas y animales tratados.

Las pretensiones de una mayor seguridad de los alimentos orgánicos se han basado mayoritariamente en la presencia de residuos de pesticidas. Estas preocupaciones están motivadas por el hecho de que exposiciones masivas y agudas a pesticidas pueden provocar efectos adversos significativos sobre la salud. No obstante, la mayor parte de la contaminación con productos químicos a los que estamos expuestos los seres humanos ocurre de forma natural. Sin embargo, el público tiende a ver los productos químicos como sólo sintéticos y a pesar que son tóxicos, a pesar del hecho de que cada producto químico natural es también tóxico en ciertas dosis. Y ha sido frecuentemente asumido de forma errónea que los humanos hemos desarrollado por evolución defensas contra los productos químicos naturales en nuestra dieta, pero no contra los productos sintéticos.

Pero, independientemente de los argumentos de los dos bandos confrontados, no existen contradicciones antagónicas entre los dos tipos de alimentos. Los orgánicos son necesarios para aquellas personas débiles que tienen organismos susceptibles a enfermedades, para los que pueden pagarlos -son caros- y para aquellos que tienen fijaciones prejuiciosas sobre su consumo. En cambio los alimentos transgénicos se deben destinar a grandes grupos de personas en situación de pobreza y a seres humanos que no creen en las explicaciones de científicos y profesionales nutricionistas que alarman al mundo con fundamentaciones apresuradas y carentes de validez científica sobre los supuestos males que generan.

Finalmente, los alimentos transgénicos, si no se comprueban sólidamente sus propiedades dañinas, deben cultivarse en mayor cantidad para paliar el hambre de un consistente porcentaje de la población mundial y evitar la extensión de la frontera agrícola, además de impedir el uso masivo de pesticidas y fertilizantes, común en la agricultura tradicional.