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Sábado 18 de febrero de 2017

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Revista Tu Espacio

PORTAL DE LA SABIDURÍA

Reflexiones sobre el trabajo interior

18 feb 2017

Fuente: www.samaelaunweor.org

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¡Vivimos!, eso no lo podemos negar, ¡existimos! Estamos aquí sentados: Ustedes con el ánimo de escuchar, y nosotros con el ánimo de hablarles... Todos ustedes tienen problemas en la vida, ya sean estos de tipo económico o de tipo moral, etc., pero, casi no hay persona que no tenga problemas. Todos ustedes quisieran no tener problemas, vivir en paz; quisieran que no les faltara nada, absolutamente nada; y estoy de acuerdo en que uno necesita, pan, abrigo y refugio; eso es obvio.

Mas hay que saber dónde termina la necesidad y dónde comienza la ambición. Que necesitamos una casa para vivir, eso es claro; que necesitamos vestirnos decorosamente, es cierto; que necesitamos comer, naturalmente, sino moriríamos...

Ahora bien, dónde termina la necesidad y dónde comienza la ambición. Hay gentes que en la vida, solamente se preocupan por conseguir dinero, dinero y más dinero. Pero, en realidad de verdad, no saben por qué, ni para qué. Trabajan de sol a sol con el ánimo de conseguir dinero y hasta llegan a ser multimillonarios.

Pero me pregunto y les pregunto a ustedes, ¿para qué ese afán? De la noche a la mañana mueren y los dineros que con tantos sacrificios consiguieron, ahí quedan, no se los pueden llevar. En realidad de verdad, uno cuando se muere, no se lleva ni una aguja, que es lo que es menos. Entonces, ¿de qué le sirve a esos archimillonarios haber sacrificado su vida en aras del dinero?

No quiero decirles a ustedes, que no se necesite conseguirlo, pues claro, si uno no consigue, pues, no puede pagar la renta y lo ponen de patitas en la calle; es cierto que si uno no consigue, pues, se muere de hambre, que si uno no consigue, pues, tiene que andar "en cueros" por la calle; eso es obvio.

Pero lo que no está claro, es por qué hemos de dedicar una vida, exclusivamente, a querer volvernos millonarios. ¿Qué ganan aquellos ambiciosos, que se la pasan acumulando fortuna y mueren? ¿Y de qué les sirven sus ricos caudales?

Todas estas cosas valen la pena pensarlas un poco. Hay muchas otras inquietudes: No hay duda de que el hombre necesita una compañera, tampoco podemos negar que la mujer necesita un varón, un marido, eso es obvio. Pero, observen ustedes las parejas y verán que rara vez son felices.

Muchas veces se llevan en armonía por un tiempo y de pronto, resultan gruñendo entre sí. A veces sucede que el hombre se encuentra por ahí otra damisela y entonces viene el triángulo fatal; otras veces es la mujer, que adultera y viene el fracaso. Pero a veces se ven los casos de parejas que aparentemente son felices, donde no hay una tercera persona de por medio, y resultan peleándose entre sí cuando menos se piensa. ?l dice una palabra, ella dice otra, vino la discusión y termina la vajilla vuelta pedazos... Entonces, ¿qué?

En realidad de verdad, el ser humano no sabe vivir. Las cárceles, por ejemplo, están llenas de gente, todos los que están en la cárcel se lavan las manos, dicen: "No, yo no soy culpable, lo que sucede es que esos jueces injustos me tienen aquí metido"... Total: Ninguno es culpable. Pero no hay duda de que están en la cárcel, porque no saben vivir; si supieran vivir no estarían en la cárcel. ¡He ahí el problema más grave!...

Diríamos todos: "Sí, estamos llenos de inquietudes, pero no sabemos vivir"... Si alguien supiera vivir, pues le iría bien, pero no sabemos vivir, las gentes riñen por todo: Alguien dice cierta palabrita inarmónica y el aludido reacciona violentamente, total: Pues, ¡pelea! Pero esa tendencia que he visto en la humanidad.

Cuando golpeamos alguna puerta, nos preguntan: "¿Quién es?" Respondemos: "¡Yo!" Pero, ¿qué es ese "Yo" que tenemos dentro? Obviamente es el de los problemas; y cada uno de nosotros parece un problema y es un problema; el Yo es problemas. Pero tenemos un Yo, cada uno de ustedes tiene un Yo, que cuando golpean en una puerta y le preguntan: "¿Quién es?" Contestan: "¡Yo!".

Bueno, me parece que esta noche vale la pena que nosotros tratemos de entender qué cosa es ese "Yo". Me parece que no debe ser muy "buenecito", puesto que por cualquier cosa peleamos; me parece que no será un "Santo", cuando a todas horas estamos llenos de ambiciones.

Si dejáramos, si pusiéramos aquí una caja de oro en polvo, ¿podríamos estar seguros, de que ese oro en polvo no sería tocado por ninguno de nosotros? Examínense a sí mismos los hombres honrados, y las mujeres muy dignas... ¿O qué tal, con esa caja de oro en polvo, no aquí, sino allá, dentro su casa, que alguien se la dejara guardada, estaríamos seguros de que ustedes no tocarían ni un granito de ese oro? ¿Quién me podría dar una respuesta? ¿Quién se sentiría capaz de no tocar ni un miligramo de una caja donde hay oro en polvo?

Creo que ninguno. Porque hay un dicho que dice: "En el arca abierta, hasta el más justo peca". Y ésa es una tremenda verdad. Y sin embargo, les advierto que todos nosotros somos personas honradas.

Fuente: www.samaelaunweor.org
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