Miercoles 15 de febrero de 2017
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En Bolivia todo se mezcla con la droga, dirán los forasteros. Para comenzar, con la droga se mezcla la política, como salta a la vista.
Pero lo que quizá llame la atención es que la droga se mezcle con gas licuado de petróleo, como ocurrió con los cargamentos enviados desde Yacuiba a Argentina en cisternas modernos que llevaban, además del combustible, la blanca, en una operación que tenía el respaldo de YPFB. La justicia argentina se cansó de pedir la extradición del responsable de esa original alquimia comercial.
Y está aquel general de la policía, ahora preso en Estados Unidos, que fue cogido, como se dice, en Chile, con una carga de droga que no supo cómo explicar. El gobierno boliviano protestó contra el gobierno chileno porque, en lugar de informar primero a su vecino, optó por enviar al general a Miami.
También, como se sabe, la droga se mezcla con las tripas de algunos bolivianos, con las banderas bolivianas de barcos que incluso han sido capturados en Estanbul, con los submarinos soviéticos que usan las mafias del Caribe para llevar la merca. En fin, la droga se mezcla con todo, comenzando, repito, por la política.