¿Es el capital erótico un capital cultural? Sobre sensualidad, belleza y Miss Universo 2017
12 feb 2017
Erika J. Rivera
Considero que debemos entender el capital erótico dentro de un capital cultural que impone sus exigencias al género femenino y que además el capital erótico puede medirse por el índice de masa corporal. El filósofo José Luis Moreno Pestaña y el sociólogo Carlos Bruquetas Callejo nos explican que Pierre Bourdieu propuso una distinción entre capital económico, cultural y social para debatir frente a los que reducen el problema del capital a la economía descuidando otros factores de las prácticas humanas. Para estos pensadores la economía de los bienes simbólicos de Bourdieu merece una discusión antropológica, sociológica y filosófica. Por lo tanto necesitamos comprender que todos los ámbitos no son reductibles al cálculo económico estándar. Por ejemplo: cuando la jurista Deborah L. Rhode accedió a presidir una asociación profesional de mujeres juristas le impusieron cambiar su aspecto bajo la supervisión de estilistas. ¿Cuál es el comportamiento económico en ese caso? ¿Aceptar que la apariencia es un currículo implícito pero innegociable de una profesional? ¿O, por el contrario, pensar como abogada y feminista que es una intromisión arbitraria e intolerable? Aunque Rhode analizara los mercados culturales y lo plasmara en un libro, decidió no cooperar con la imposición. Esta conducta generó pérdidas ante sus competidoras que sí explotarían sus propios recursos eróticos. Por lo expuesto cualquier forma de capital en la realidad cotidiana de la vida se combina con otros capitales y no pueden reducirse a uno. El capital cultural tiene consecuencias en las redes sociales del sujeto y en sus recursos económicos. ¿Dónde situar los requisitos de belleza y corrección (diversos según los contextos sociales) en el vestir, que le impusieron a la profesora Rhode al ocupar su cargo?
Primeramente el capital cultural recubre un capital incorporado. El individuo debe criarse en un entorno que favorezca ese deseo de adquirirlo. No todas las familias favorecen por igual las competencias estéticas. Las hay que incluso las reprimen o les adjudican valores subordinados. No todas imponen un proceso de formación para vigilar sus dimensiones corporales o su vestuario. Entonces ante esta carencia Catherine Hakim, en su análisis sobre el valor del cuerpo, ha propuesto dentro de la teoría social programar actividades compensatorias de la falta de transición corporal familiar realizando cursos para mejorar el aspecto estético en escuelas de hostelería.
En segundo lugar, el capital cultural que proporciona credenciales educativas. El portador no necesita demostrar continuamente sus competencias. Es necesario señalar que para la socióloga británica Catherine Hakim la triada de Bourdieu como el capital económico, capital cultural y capital social ya no es suficiente, porque hoy existe un tipo de capital, el erótico, que no puede reducirse a estos tres aunque se relaciona con ellos y los potencia.
Hasta aquí podemos comprender que para Bourdieu los tipos de capital pueden convertirse entre sí; el dinero puede invertirse en estudios o lecturas, en arte y en bibliotecas y producir capital cultural; las redes sociales pueden acabar siendo útiles para los negocios. Pero la idea central es que para Hakim el capital erótico es dependiente del azar biológico y no puede adquirirse con los otros capitales. En conclusión: el capital erótico desafía las jerarquías sociales y pueden poseerlo personas con escasísimos recursos económicos, sociales y culturales. El capital erótico puede permitir el acceso al resto de capitales, y unido a cada uno de ellos lo potencia y se potencia. Como podemos observar, esta reflexión dentro de la teoría social nos permite subrayar que Hakim va más allá de Bourdieu y nos permite comprender en parte lo que ocurre en el presente. Por ejemplo: el concurso de Miss Universo 2017 no solo desplegó belleza y sensualidad, sino también preparación cultural y formación académica reflejando lo que se espera del género femenino en el siglo XXI, cada vez mucho más competitivo para hombres y mujeres donde la exigencia, la competencia y la perfección en los diferentes ámbitos de la formación humana desde el corporal hasta el intelectual es mucho más exigente. Evidentemente hubo mucha sensualidad y belleza, pero las finalistas de este concurso como las representantes de Francia, Haití, Colombia y Estados Unidos tuvieron que demostrar algo más que sensualidad, como por ejemplo la capacitación técnica científica porque a pesar de su corta edad estas hermosas mujeres ya se desarrollan en profesiones como la carrera militar, la odontología, la ciencia y la tecnología (en temas como la investigación científica para prevenir el glaucoma y la ceguera infantil). Aquí apelo al argumento de Hakim: en la subversión de las estructuras sociales que pueden ser rotas por el capital erótico, muchas de estas muchachas ascendieron de estratos muy humildes. Entonces es verdad que con preparación y capital erótico se trasciende la barrera de clase social. Tal vez el problema de esta teoría social se encuentre en la instrumentalización del capital erótico pues este aspecto nos puede llevar a una discusión ética.
Para Hakim el capital erótico puede ser masculino y femenino. Pero los hombres estigmatizan a las mujeres que se benefician de su belleza corporal y en esta actitud de dominación encuentran el paradójico apoyo del feminismo radical y su fobia a la belleza. "Esas presiones impiden que las mujeres tomen conciencia de su potencial en el mercado erótico y usen instrumentalmente su cuerpo", dice Hakim. En conclusión: las élites sociales no pueden acaparar el capital erótico. El desdén por este capital es patriarcal y clasista, incluyendo el apoyo involuntario del feminismo radical no permiten que mujeres de clases populares se promocionen por medio de su belleza. Como podemos ver esta tesis es evidentemente polémica. Sigamos comprendiendo los elementos del capital erótico que, según Hakim, son seis. Primero el capital erótico no es idéntico a belleza física, aunque esta puede ser una parte integrante del mismo. La belleza varía con las culturas y los periodos históricos. Existe la posibilidad y la legitimidad del trabajo estético: el aspecto físico puede mejorarse y no supone alterar rasgos naturales como el sexo o los rasgos étnicos. Segundo: el capital erótico consiste en el atractivo sexual que nace por el cuerpo en movimiento. El tercer punto se refiere a la capacidad del don de gentes. El cuarto elemento procede de la vitalidad, del tono corporal y la buena forma física. El quinto deriva de la inversión en ropa y abalorios, dominar los contextos y las distintas maneras de presentarse. Todo esto ayuda a revalorizar el capital erótico. El sexto componente es la habilidad sexual que según las encuestas disfruta un número restringido de personas. En este aspecto Hakim es muy prudente. Para la autora la sociedad contribuye a individualizar las trayectorias sociales a través del capital erótico, por lo tanto debería romperse todo tabú y trabajar este capital desde la infancia, pues resulta central en los espacios de la vida pública y privada donde el cuerpo se convierte en el centro de la interacción profesional. Muchas mujeres y muchos hombres progresan económicamente tanto por sus recursos eróticos como por sus competencias técnicas: por lo segundo les pagan, por lo primero no. Las aptitudes sociales, en las cuales el capital erótico juega un papel importante, son componentes esenciales de intercambios económicos apoyados en el aspecto del trabajador. Hakim aboga en favor de que el gobierno recompense las competencias comunicacionales y corporales.
Podemos observar que el mundo cambia aceleradamente. Hasta hace poco nos educaban de forma inversa debido a que se consideraba como un antivalor la importancia del cuerpo como centro y que lo importante era desarrollar nuestras aptitudes intelectuales porque el aspecto físico es efímero y por el contrario la inteligencia se desarrolla, crece y se consolida. Pero hoy los aspectos físicos ya no son un antivalor como nos los muestra no solo el mundo de la televisión, sino también el ámbito profesional y la competitividad laboral del siglo XXI. Es evidentemente una realidad que no podemos evadir, porque si bien estas teorías se desarrollan en países desarrollados con estadísticas y trabajo de campo para demostrar la relación del índice de masa corporal con las profesiones, el estrato social, el género y la edad no significa que estos comportamientos no se desplieguen a países en desarrollo. Si el capital erótico desestructura a las élites cerradas también podría desestructurar a las sociedades en desarrollo (mucho más conservadoras). Es decir que las mentalidades también se despliegan geográficamente y no solo se heredan.
Moreno y Bruquetas critican el modelo de Hakim por ser un capital excluyente. Consideran que todos los capitales, y todos los estados del capital cultural no pueden acumularse a la vez. No todo el mundo tiene las condiciones sociales y la preparación cultural para estar vigilando su dieta todo el tiempo. Asimismo los costos efectivos del capital erótico derivan en la instrumentalización, porque el cuerpo no es cualquier cualificación que se pueda ofrecer como mercancía. Muchas culturas asocian a él un sentimiento de dignidad muy profundo, dañado por la absoluta mercantilización. También se puede hablar de un maquiavelismo ineficaz porque resulta complejo convertir las preferencias en utilidad, porque todo ser humano comparte sistemas de valores distintos y muchas veces disociados entre sí. La teoría no es diferenciada porque un trabajador social, un policía o un matemático exigen que además de ser guapos justifiquen que son competentes y que podrían estar allí, aunque fueran poco agraciados. Los autores critican la teoría de Hakim por ser de una plasticidad limitada, porque un cuerpo esclavizado estéticamente también se enfrentará a la edad y el desgaste. Finalmente la última crítica: la autora sería enemiga de la gordura e identifica delgadez y belleza aunque en parte tenga razón porque los historiadores describen una dinámica de siglos de valorización creciente de la delgadez y de trabajo cada vez más preciso sobre diversas partes del cuerpo. Se me ocurre mencionar a la corriente estética manierista, que visualiza cierta mirada sobre el cuerpo que hoy poco a poco se va naturalizando. Como lo expresan muy bien los autores: de acuerdo a las encuestas la prevalencia social de ciertas morfologías corporales sobre otras (como por ejemplo la tendencia a la delgadez entre las clases sociales con superiores credenciales corporales) pueden aparecer en coyunturas, en las cuales determinadas cualificaciones corporales no tengan valor o se vean contestadas. Por ejemplo: el desprecio por el capital estético puede convertirse en ciertos ámbitos culturales en signo de autenticidad, de compromiso con valores genuinos.
Por todo lo expuesto los mercados concretos no reproducen automáticamente los criterios de valor que reconocen los dominantes. Pero no podemos negar que el índice de masa corporal también se incrementa en algunos casos. De acuerdo a encuestas los datos muestran que las distancias son crecientes según el capital cultural. Por ejemplo: el índice de masa corporal en las mujeres de clases populares va en aumento, mientras las universitarias se controlan, y las más jóvenes lo hacen más que la generación anterior. Considero que todo esto implica capital cultural porque también se requiere información y formación para ser selectivo con la alimentación. El capital erótico puede ser azaroso o también puede ser desarrollado por libre elección. Considero que lo razonable es que el lector sea quien tome una posición respecto a esta tesis polémica que no por encontrarnos muy lejos de la problemática de los países altamente desarrollados, significa que somos inmunes a sus nuevos valores.
* Erika J. Rivera.
La Paz. Escritora.
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