Jueves 09 de febrero de 2017
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Entre dramas, sentidos fallecimientos y las que se pintan como fanfarronerÃas continuas desde la Casa Blanca, las tetillas del presidente boliviano se convirtieron en materia noticiosa la anterior semana.
No es para menos. Por una parte, las palabras del jefe de Estado arrojan luces sobre cómo era (o es) el comportamiento de algunos (o muchos) de sus colaboradores y, por otra (y para variar), se trata de un adecuado manejo del idioma español.
Me explico:
Los mamÃferos se llaman asà porque se alimentan a través de mamas; es decir, los órganos glandulosos y salientes que tienen las hembras para la secreción de la leche. Las mamas están constituidas por múltiples lóbulos y lobulillos donde se produce esa leche. Los lóbulos y lobulillos están unidos por una serie de tubos denominados ductos o conductos galactóforos que conducen la leche hacia el pezón. Como se ve hasta aquÃ, las mamas son propias de las hembras y difieren notoriamente de los pechos de los machos.
Los seres humanos somos mamÃferos porque, salvo excepciones, nos alimentamos de mamas. El detalle es que son las mujeres las que tienen mamas mientras que los varones poseen pechos. No escuché ningún caso de algún hombre que haya llamado mama o seno a su pecho. Lo que sà escuché, y hasta leà en cantidades alarmantes, es que muchos hombres llaman pezón a la protuberancia de sus pechos. Craso error. El pezón es esencialmente femenino, pues sirve para que los niños chupen la leche que producen las mamas de las mamás, y su equivalente masculino es la tetilla, definida en el Diccionario de la Real Academia Española como "cada una de las tetas de los machos en los mamÃferos, menos desarrolladas que las de las hembras".