Si hay algo que debe establecerse con claridad meridiana, es que las actividades regulares en la diversidad del sistema productivo se desarrollan positivamente cuando la inestabilidad política no las interrumpe con grave pérdida de tiempo, de esfuerzo y de inversiones.
Procesos de continua alteración del orden público, movilizaciones frecuentes de movimientos sociales o sindicales, vecinales o sectarios en intereses particulares, ocasionan resistencia ciudadana, que generalmente es mayor a la de grupos que ganan las calles y promueven incidentes que interfieren en las tareas de la cotidianidad laboral, peor aún si tales protestas se localizan en sitios especiales con bloqueos de carreteras, huelgas prolongadas o enfrentamientos entre partes. Todos estos movimientos, disminuyen las condiciones propicias de un sistema productivo dinámico, sostenible y rendidor.
La normalidad productiva tiene su ventaja de eficiencia, cuando la comunidad aprecia y comprueba que las autoridades en todos los niveles del gran aparato estatal, están atentas a solucionar los problemas ciudadanos, allí donde se presenten, en las áreas rurales que confrontan muchas limitaciones o en las ciudades intermedias y mayores, donde una serie de problemas ponen a los pobladores en general a la defensiva, esperando soluciones y no confrontaciones.
Hay que tomar en cuenta que la inestabilidad política es la de mayor perjuicio para la sociedad civil, crea incertidumbre, impide la concreción de programas de desarrollo, retrasa o elimina oportunidades de inversión, posterga el cumplimiento de cronogramas en planes nacionales o departamentales y provoca la reacción de los afectados que utilizando exactamente la posición contraria que es la ofensiva, alteran el orden público para ser escuchados y atendidos y cuando este extremo es frecuente, lógicamente la producción se interrumpe constantemente.
Algunas promesas de las autoridades superiores son alentadoras, cuando se menciona que ese trajín partidista en busca de la repostulación del líder del gobierno se dejará para dentro de dos años, pero al mismo tiempo preocupa y con detalle de los mismos gobernantes que el cambio de gabinete tiene una misión que cumplir de orden político, lo que se traduce para los entendidos en labores electoralistas y ese tipo de accionar, puede ser causa de un descuido indirecto pero sensible en la postergación de soluciones específicas a múltiples problemas.
Hay cosas sumamente importantes que atender, especialmente para contrarrestar el efecto negativo de la disminución presupuestaria que reduce el cumplimiento de algunos proyectos tanto en el orden nacional y con mayor efecto en el caso de los programas departamentales, los impulsados por las gobernaciones y los que planificaron algunos municipios y que deben merecer una revisión adecuada y oportuna para no incurrir en gastos indebidos y de dudosa sostenibilidad-
Si la información oficial sostiene la corriente tranquilizadora de una economía que sigue siendo de primer nivel en crecimiento del PIB, con relación a los países vecinos, indudablemente que debe aparejarse a ese hecho medidas sustanciales para que nuestras reservas estratégicas no bajen de cierto nivel crítico y que al mismo tiempo el plan de "vivir mejor" alcance a todos los bolivianos, creando más condiciones favorables para disminuir la pobreza, lo que significa crear más fuentes de empleo seguro, garantías para inversiones y el apoyo necesario para fomentar la producción nacional en todos sus rubros y niveles.
Los bolivianos y las bolivianas quieren un país de creciente desarrollo, alternativa que es posible lograr con trabajo, disciplina, dedicación, responsabilidad y mucha voluntad de cada protagonista en el programa de responsabilidad compartida para vivir sin inestabilidad política.
Fuente: LA PATRIA
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