Si se asume peligrosamente la aureola de la autoridad, entendida como el derecho y poder de mandar y hacerse obedecer, que genera un temor reverencial en el diálogo con los hijos, muchas veces para ocultar o disimular la ignorancia en los temas a discutir unida a una ostensible inexperiencia de los padres, se extinguirá progresiva e irremisiblemente la luz de la posibilidad de conocer profundamente a los hijos mediante sus propias expresiones intelectuales que necesariamente abrigan conflicto.
Es muy relevante el tema de las actitudes de los padres frente a los problemas existenciales de los hijos, como lo es la preparación interna, la intuición y la voluntad indeclinable de concluir en soluciones, no dejando jamás ningún cabo suelto que, en el futuro inmediato o próximo puedan desencadenar problemas de adicción y angustias incontenibles. En un recuento estadÃstico de fuentes confiables, provenientes de centros de educación parvularia y superior, se puede verificar que la mayorÃa de las entrevistas que se realizan a los niños y jóvenes frente a las relaciones en el hogar, la queja o preocupación generalizada es la ausencia de comunicación y tratamiento responsable y maduro a los temas que los niños y adolescentes traen al hogar para su discusión y esclarecimiento.
Se quiere o se intenta con buena voluntad e intención, pues serÃa difÃcilmente creÃble que los padres deseen la perdición de sus hijos, insistir y continuar con los esquemas, enseñanzas y experiencias propias para la educación de sus hijos y, como surgen hoy en dÃa incesantemente elementos nuevos, posiciones, planteamientos y peligros, que difieren abismalmente a lo asimilado por los padres, brotan irrefrenablemente situaciones de discordia y hasta enfrentamiento, que es una consecuencia de la desactualización de las realidades que viven sus hijos fuera del hogar y no admiten esos padres que se modifiquen o trastoquen sus condicionantes e ideas que no dejaron evolucionar y, erróneamente tratan de imponerlas amparados en su autoridad.
Ante ese escenario deplorable para la formación moral de los hijos y el vacÃo causado por la ausencia de esclarecimiento, entonces, las drogas ejercen su efectivo potencial, debilitando la resistencia mental y fÃsica de los jóvenes, para perseverar en las ilusiones de realización personal que fueron el estÃmulo y la esperanza de sus vidas. En el mundo de las drogas, no hay consideración ni piedad por el destino de los jóvenes, menos actitudes personales de los traficantes de drogas que puedan inspirar ayuda para evitar que esas vidas tiernas se precipiten en ese cuadro atractivo y cautivador, además de surrealista, que emerge en cada consumo de drogas.
La inestabilidad, crueldad y la codicia que transforman la esencia de las personas que trafican con drogas e incitan a su adicción, no encuentra espacio para la preservación de los valores y virtudes. La droga es un sÃndrome de la decadencia humana; es la desgarradora realidad más difundida en el mundo actual y el flagelo casi imposible de enervar o desterrar de las sociedades por los intereses económicos que se persiguen en base a la destrucción de vidas. Por ello no es aconsejable, bajo ningún pretexto, sobreestimar esta realidad, ante la magnitud del peligro, por lo que la educación, el rearme moral y el esclarecimiento, asà como las buenas compañÃas son detentes formidables para abstenerse de por vida del consumo de drogas.
(*) Abogado Corporativo, Docente universitario, autor del libro "Adiós a las drogas y a la adicción", segunda edición
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