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Domingo 01 de enero de 2017

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Cultural El Duende

Gesta Bárbara

01 ene 2017

En 1994, en la ciudad de Potosí, el escritor, antropólogo y poeta orureño Alberto Guerra Gutiérrez (1930-2006) rindió homenaje a Gesta Bárbara en la casa donde la noble institución iniciara actividades

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Celebrando esta grata oportunidad que tiene a Potosí como sede del Festival de la Cultura, desde el altiplano central andino, venimos a comprobar una vez más que solo la gravitante coherencia cultural es capaz de unir a los pueblos, y venimos también a rendir merecido homenaje a ese grupo de intelectuales que en 1918, en esta ciudad fundara Gesta Bárbara como una respuesta objetiva a la necesidad de expresión y vivencia cultural en aquel momento de la historia y, como legítima pauta para futuras realizaciones en franca tendencia de jerarquización del fenómeno creativo, en esta parte del continente.

Pero, cuál era ese momento de la historia en nuestra literatura que la llamada "Generación del 18", vanguardizó con Gesta Bárbara? Andrés Olguín, en su Antología Crítica de la Poesía Colombiana, sostiene que el modernismo era una extraña alianza de parnasianismo y simbolismo, adaptada al espíritu latinoamericano. "Tal vez ni la alianza haya sido muy extraña -aclara Luis Ramiro Beltrán- y lo que hubo en Latinoamérica fue solo una adaptación de ella. Según uno de sus fundadores, Ricardo Jaimes Freyre, el modernismo fue concomitante con los movimientos innovadores europeos, no sucedáneo de ellos. Íntimo amigo y admirador de Rubén Darío, Jaimes Freyre afirmó que este hizo, por su gran talento, la gran revolución literaria por caminos propios y halló en las coetáneas renovaciones francesas estimulante confirmación de sus intuitivos hallazgos". En efecto, en las últimas décadas del pasado siglo nace en Francia el Simbolismo, antagónico al decadente Romanticismo y al Parnasianismo rechazando su frío positivismo, mientras la revolución modernista ganaba terreno en la conformación de una época de oro de la literatura latinoamericana.

Entre tanto, la lírica boliviana se mantenía en una especie de equilibrio entre la nueva tendencia modernista y el romanticismo de mediados del siglo XIX, en forma podríamos decir, muy individualizada. Ricardo Jaimes Freyre, Sixto López Ballesteros, Franz Tamayo, Man Césped, Manuel María Pinto, Gregorio Reynolds, Claudio Peñaranda, brillaron con luces propias mientras en el ambiente literario no se daba aún vigencia a ningún cenáculo u organización que aglutine a los intelectuales en torno a las tendencias en boga, a manera de respaldo a la conformación de alguna escuela o teoría estética que sea la representación genuina de la época. Sin embargo, casi a la culminación de la segunda década del presente siglo, en forma natural y sin que medie planificación alguna, se reúne en Potosí una auténtica pléyade, cuya juventud y entusiasmo hace que el ambiente cultural de la región experimente una verdadera revelación, produciéndose la gran clarinada de ese capítulo de la historia que se conoce como la "Generación del 18" que da cuerpo y vigencia a Gesta Bárbara.

El problema emergente de la validez del término "generación" en el tratamiento de las circunstancias del desarrollo de la cultura ha sido siempre motivo de controversias, pero lo evidente es que las generaciones biológicas no siempre son coincidentes con las generaciones culturales.

"La historia -se ha dicho para explicar el caso- no es sucesión homogénea y lineal a lo largo de un tiempo indefinido, lo destacable es el enlace literario con el espíritu general de la época, en cuya escena aparece un nuevo espíritu juvenil que va tomando forma y se afianza contra los moldes mentales envejecidos, descartando en la práctica el nombre tradicional de generación y suplirlo por el de comunidad juvenil que supone esencialmente, no solo contemporaneidad biológica, sino coincidencia espiritual entre el conglomerado de individuos ligados por comunes creencias, pasiones y anhelos; comunidad espiritual que de ningún modo estorba la pujante personalidad de cada uno".

Esto no quiere decir que no se dé algún contacto entre uno y otro factor. Biológicamente corresponde a cada generación de 30 a 40 años, lo que quiere decir que las necesidades e intereses de una época pueden manifestarse al mismo tiempo de la vigencia de una generación cultural o sucederse muy rápidamente entre ellas, lo que nos aclara que en el caso de la llamada "Generación del 18" coincidieron tanto las aspiraciones de la época en Potosí y en Bolivia toda, como las inquietudes de esa juventud cuyas edades oscilaban entre los 17 y 28 años y que, a partir de 1917 hegemonizaron la actividad organizada del desarrollo cultural en el país, más o menos hasta 1930 a raíz de esa inesperada cita en la histórica ciudad minera, llamados únicamente por una singular comunión de espíritus soñadores, en la simpática bohemia del "cafetín con gramófono" a decir de Carlos Medinaceli, haciendo honor a sendas tazas de "Té con T", lectura de poemas y música embriagante que alegraba y reconfortaba el alma.

En ese ambiente, crisol donde se fundían todos los sueños, donde tomaban forma sus anhelos y sus ideales, Carlos Medinaceli, María Gutiérrez, Alberto Saavedra Nogales, José Enrique Viaña, Walter Dalence, Armando Alba, Fidel Rivas y Armando Palmero junto a un exiliado del Perú, Gamaliel Churata (Arturo Peralta), que a su llegada a Potosí y, conocida su trayectoria de intelectual y luchador inquieto en el sur de su país, por su emoción, sus ideales de paz y justicia, por su voz y su nombre, fue rodeado por los más altos valores intelectuales, e inmediatamente incorporado al grupo, conformando el cenáculo Gesta Bárbara. Con este mismo nombre, para mostrar los resultados de la labor creadora de estos ilustres poetas y escritores, nace a la luz -para su tiempo- una audaz revista literaria que, hasta 1930 alcanza a 11 números bajo la dirección de Carlos Medinaceli.

En el N° 2 de Gesta Bárbara correspondiente al 6 de agosto de 1918, significando el sentimiento que animaba a los bárbaros de entonces, se lee este sutil y diáfano mensaje de bolivianidad:

Patria, en este magno día, nosotros sacerdotes de tu culto, con la locura de nuestros espíritus idealistas, te ofrecemos en estas páginas la carne y el vino de nuestro festín?

Gesta Bárbara fue de este modo la fragua que dio calor de inspiración para que con su ejemplo, se organicen otros grupos de fomento a la cultura. Quizá una de las primeras respuestas fue la fundación del "Ateneo de la Juventud" en la ciudad de La Paz en 1921 "para crear -a decir de sus organizadores- un nuevo estado de inteligencia", sumándose a las corrientes estéticas e intelectuales que corrían por el mundo. Pero lo más significativo fue la "Clarinada de la Segunda Generación de Gesta Bárbara" que se funda en La Paz en diciembre de 1944, con Gustavo Medinaceli, Valentín Abecia, Federico Delós, Oscar Alfaro, Santiago y Beatriz Schulze Arana, Federico Varela, Alfredo Loayza y Fausto Aois. Este desafío cultural tuvo eco en Cochabamba donde se funda Gesta Bárbara al año siguiente con María Cristina Quiroga, Jaime Canelas López, Héctor Cossío Salinas, Raúl Gonzalo Vásquez, Mario Ojara y, paulatinamente se enriquece con otros poetas como Julio de la Vega, Mario Lara López, Mario Quiroga de la Zerda, Daniel Bustos, Antonio Terán Cavero y Oscar Arce Quintanilla.

Al calor fraternal de esta gesta valluna, al promediar 1946 nace Gesta Bárbara en Oruro, en cuya trayectoria, entre entusiasmo y bohemia creativa, registra nombres como los de Humberto Jaimes Zuna, Ricardo Lazo Reyeros, Fernando Berthín, Héctor Borda Leaño, Alberto Guerra Gutiérrez, José Miranda Siles, Raúl Gil Valdez, José Rovira, Jaime Zabaleta y Hugo Molina Viaña, este último en años posteriores organiza filiales de Gesta Bárbara en Tupiza y Santiago de Huata, como manifestación de lealtad a la institución y su vocación de amor a los niños y a la poesía.

En reconocimiento a esta trayectoria de positivos resultados, después de 76 años del nacimiento de Gesta Bárbara, con las manos pletóricas de la semilla augural que nos legaran, en esta su palestra nativa, aquí en la tierra que abrió el surco que marca nuestro común destino, en nombre de los bárbaros que aún estamos, de los que ya no están, en nombre también de estas nuevas generaciones que junto a nosotros, en actitud de generosa entrega, beben de la fuente universal de la poesía y el arte en general, rindo el más hondo homenaje de gratitud y respeto a María Gutiérrez, Alberto Saavedra Nogales, Walter Dalence, Armando Alba, Fidel Rivas, Armando Palmero y José Enrique Viaña, que encendieron la antorcha de la inspiración enarbolando banderas de justicia y libertad con la lumbre del indiscutido talento y la mística de Carlos Medinaceli y de Gamaliel Churata.

¡A ellos el laurel y la espiga!

¡A ellos el honor y la gloria para siempre!

Para tus amigos: