La última vez que tuve la oportunidad de ver civiles enfrentados a los militares sin más defensa que piedras fue en las barricadas de la Avenida Baptista en la zona Garita de Lima el 1 de noviembre de 1979.
Resulta que ese jueves, vÃspera del dÃa de Todos los Santos, los noticiosos despertaron a la población indicando que el Cnl. Alberto Natusch Busch al mando del Regimiento Tarapacá habÃa tomado el mando del Gobierno "Inconstitucional" del Dr. Walter Guevara Arze y con el fin de mantener la institucionalidad dada por las elecciones del 1 de julio de aquel año, a diferencia de otros golpes de Estado anteriores, donde se dictaban estados de sitio, toques de queda y otras medidas que suspendÃan varios derechos civiles, esta vez la orden era que la gente asista a sus fuentes de empleo, colegios o universidades de manera obligatoria, pues la seguridad de la gente estaba garantizada.
Mi madre trabajaba en los almacenes de la Caja Nacional de Seguridad Social detrás del Cementerio General y ante dicha orden se dio medios para asistir a su fuente de empleo ante una escasez terrible de medios de transporte (en aquel entonces no habÃan ni minibuses, ni trufis y sólo los micros y colectivos llevaban a la gente de un punto a otro a bajo costo) y decidió por seguridad llevarme con ella a su empleo.
Su experiencia de combate, su camaraderÃa, su organización, su conocimiento sobre tácticas y estrategias militares aprendidas durante la conflagración, el dominio en el manejo de armas de guerra y sobre todo su valor, hacÃan de estos hombres un elemento humano gravitante a la hora de decidir los rumbos polÃticos del paÃs.
Y es que los ex combatientes dejaron en el paÃs muchas huellas, historias por miles, de valor y coraje en las ardientes arenas del Chaco, y fuerza de trabajo que fue forjando la Patria, pero sobre todo un factor que hoy en dÃa ya no se toma en cuenta, por el simple hecho que para las arcas nacionales dejaron de ser una carga y se convirtieron solamente en un recuerdo.
Era un gasto corriente de 13 pagos al año, sin tomar en cuenta el seguro de salud y otros beneficios con los que contaban estos hombres que habÃan dado la vida por la Patria y a quienes justificadamente se debÃa reconocer su sacrificio, pero vaya que fue difÃcil para los gobiernos sostener esta enorme carga social.
Por eso, cuando este 22 de enero durante su largo, realmente largo, discurso presidencial, quien se califica como ganador de las elecciones en las que ya no deberÃa estar, hizo un análisis de lo malo que era antes y de lo bueno que es hoy, me dio tristeza escuchar que su análisis carecÃa de reconocimiento a este aspecto, entre tantos otros, que por conveniencia prefirió omitir.
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