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Domingo 16 de mayo de 2010

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Revista Dominical

Corresponsales del Valor

16 may 2010

Fuente: LA PATRIA

17 periodistas vencieron el temor en el Chapare y se graduaron como corresponsales antinarcóticos en la Escuela de la Muerte, la mejor de Latinoamérica • Por: Lic. Marco A. Flores Nogales - Periodista y corresponsal antidroga

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El periodista por su trabajo de pronto, se encuentra en medio de conflictos sociales, intervenciones policiales, marchas de protesta, celebraciones, pero también nunca está lejos la posibilidad que él o la periodista tenga que formar parte de una patrulla policial que intervendrá en una fábrica de cocaína en la jungla boliviana y para ello debe estar listo física y mentalmente.

Para cumplir con esa misión antes debe prepararse y recibir instrucción en el Centro de Entrenamiento Internacional Antinarcóticos Garras del Valor (Ceiagava), que se encuentra en el Chapare cochabambino, más propiamente en Senda 3.

Ahí nace la historia de 17 periodistas, 13 varones y 4 mujeres, quienes, a su manera, escribieron pasajes llenos de valor, entrega y sacrificio que, sin duda, jamás olvidarán.

La cita de la primera reunión fue en la plaza principal de la ciudad de Cochabamba, a las 13:00 horas. Poco a poco fueron llegando los periodistas de diferentes partes del país como La Paz, Sucre, El Alto y Oruro.

Para algunos eran caras nuevas, pero también habían amigos colegas que se conocieron realizando cobertura periodística.

Tres instructores del Ceiagava nos esperaban, cabe resaltar que todos ellos tenían un físico privilegiado, estado atlético que nos daba la señal que la instrucción sería hasta sudar la última gota.

Se inició el viaje, cada quien se acomodó en el bus donde más le gustó, algunos prefirieron dormir, como presagio que habrían largas noches de insomnio, mientras otros se enfrascaron en una amena charla sobre la situación política, deportiva y cultural del país.

De un paisaje gélido de la cumbre de Colomi, el bus ingresó al caluroso trópico cochabambino. La noche empezaba a caer, se sentía la humedad y los pequeños mosquitos empezaron con su trabajo.

Pasamos Villa Tunari y otros pequeños pueblos, para luego llegar a Senda 3 e ingresar en la casa de los Garras, eran aproximadamente las 19:30 horas. Todos descienden del bus, con maletas en mano. Nos hacen formar y nos dan una corta charla de lo que iría a pasar en los próximos 7 días.

Quienes pensaban que el curso sería una especie de vacaciones en el Chapare, pronto cambiaron de semblante al escuchar de la voz del instructor que en el Ceiagava “Dios y el diablo están de vacaciones. Bienvenidos a la escuela de la muerte”.

Diría que oficialmente se daba inicio al entrenamiento de los 17 periodistas, no había vuelta atrás, salvo tocar la campana tres veces, señal que el estudiante se retira voluntariamente del curso, pero esa acción es considerada como una humillación con uno mismo.

Al ingresar al Ceiagava, todos perdimos los cargos, títulos o cosas por el estilo; desde ese momento nos catalogaron como “Elementos”, y recibimos una numeración según la estatura.

Esa misma noche los 17 elementos reciben su indumentaria que lucirían hasta concluir el curso: un pantalón, una blusa, una parca, un sombrero, un poncho para el agua, un par de botas negras, un arnés, dos cantinas (caramañolas), un vaso “vicker”, una parca y una bolsa marinera. Toda la indumentaria era camuflada.

Fuimos distribuidos en dos barracas, una para las mujeres y otra para los varones, nos tocó dormir en literas. Entonces la mayoría de los varones nos encontramos con un pequeño problema, algunos elementos roncaban, pero no había mucho tiempo para lamentos, porque amaneció y a las 04:00 horas, era la hora del despertar.

La primera tarea era contabilizar las picaduras, luego vestirse de pantalón corto negro y polera blanca, para luego asear la barraca.

Con la oscuridad aún en el Chapare se inició la primera prueba que consistía en una evaluación física realizando pechadas (lagartijas) y remos (abdominales), hasta ese momento la mayoría gozaba de un regular estado atlético o por lo menos aprobó con nota mínima.

Y como si fuera poco después nos llevaron a la pista de aterrizaje del cuartel de Umopar, ubicada a pocos kilómetros del lugar. La prueba consistía en correr 2 millas a contra reloj.

La pista parecía de nunca acabarse y el cansancio era notorio en todos los aspirantes, unos corrían más rápido que otros, pero en los últimos metros las piernas pesaban demasiado. Al final llegamos todos, unos antes, otras después y algunos mucho después, pero al final todos.

Luego de vaciar en nuestras bocas toda el agua de las cantinas regresamos al Ceiagava, el cansancio era notorio, nadie habló como en la ida y algunos prefirieron dormir un poco.

Todas las actividades tienen un horario específico, nada pueda estar fuera de lo establecido, los instructores constantemente repetían “la hora es la hora, ni un minuto antes, ni un minuto después”, llegar tarde a la formación significaba pagar con muchos ejercicios y los brazos ya no respondían con tantas pechadas.

Todos los elementos se vistieron con el uniforme camuflado y salieron a su primera formación, como era de esperar se cometieron muchos errores y ya sabían cuál era el pago, pechadas a la cadencia del instructor que como si nada se hacía unas 10 lagartijas.

En muchos ya se notaba el trajín de los ejercicios que no estaban acostumbrados. Antes de ingresar al comedor para el esperado desayuno, se debía de “pagar” con más ejercicios.

El desayuno era una comida muy abundante, antes había que recibir algo caliente en los vasos “vicker” y esperar la orden del instructor para sentarse y empezar a comer. “Continuar” decía el instructor y todos al ataque, a comer.

En ese momento destacó la figura del Elemento 6, quien demostró grandes dotes para comer a velocidad, él fue quien terminaba todo su alimento y con ojos atentos espera que alguien le invitara su comida, por lo general lo hacia el Elemento 5, un conocido fotógrafo que casi nunca tenía mucho apetito.

Se cumplía la hora del desayuno, todos debíamos salir a paso vivo al patio de honor, para una nueva formación, reportar novedades y esperar las órdenes del instructor.

Al trote mar, los 17 elementos se dirigieron al aula, donde el instructor, teniente Sandy, quien resultó ser un buen orureño, nos iba a enseñar teóricamente el manejo del GPS, instrumento de navegación terrestre que sirve de mucho a los Garras.

Estas enseñanzas fueron aplicadas horas después en la jungla, el pelotón de corresponsales fue dividido en tres patrullas, a cada una de ellas se le dio coordenadas para llegar a un punto de encuentro.

Fue la primera incursión de las patrullas de periodistas, lamentablemente la patrulla 2 fue la única que llegó a su objetivo, las demás estuvieron cerca, pero la jungla hizo su trabajo de colocar obstáculos.

De regreso en el Ceiagaba, el sol estaba en su plenitud, hacía mucho calor y había hambre y sed en los caminantes. Nuevamente a formar en el patio, dar el parte de novedades al instructor y pagar por el almuerzo “a mi cadencia cinco pechadas, a mi cadencia cinco remos” fueron las órdenes y todos al suelo a cancelar por lo que resultó un rico almuerzo.

Lástima que los elementos de la patrulla 1 no disfrutaron los alimentos, porque al Elemento 5, se le ocurrió pensar que estaba en un restaurante y hablar, hecho que causó el enojo del instructor jefe, quien ordenó salir a comer al patio, pero caminando y sujetando la bandeja de comida.

Ya por la noche nos tocó recibir instrucción sobre el manejo de armas, en este caso, el fusil M-16, arma por demás precisa y liviana (3 kilos aproximadamente), también se enseñó como desarmarla y armarla. Muchos demostraron destreza de armeros, otros no se ubicaban sobre el asunto.

Al fin llegó la hora de dormir, esa primera noche fue llena de charla, chistes, anécdotas y ronquidos. Había mucha alegría en los elementos, pero alguien sabiamente dijo “duerman mientras puedan” y al final ese presagio malagüero se cumplió, porque nos advirtieron que en el Ceiagava “no se duerme, tan sólo se descansa”.

Al día siguiente la rutina fue la misma, despertarse a las 4 am, salir a correr toda la pista del aeropuerto, bañarse con agua fría, pagar el desayuno, cambiarse de camuflado.

Pero, las emociones subirían, porque el polígono esperaba por los corresponsales, cada uno tenía 20 disparos a una silueta. La puntería fue de las buenas, muchos lograron impactar en el blanco y fue una experiencia que jamás se olvidará.

Muchos ya comprendían y entendían la hermenéutica del curso, pero igual seguíamos pagando pechadas, no había escapatoria a esa cruz que al final se volvió una sana costumbre.

El destino aún tenía preparado muchos desafíos a los corresponsales, de pronto nos encontramos con una torre de más de 50 metros, la pregunta era ¿para qué era la torre?, respuesta fácil “para que te lances al vacío con una cuerda, de frente y espaldas”. El semblante cambio en muchos, había miedo de las siguiente pruebas, pero no hubo tiempo para seguir pensando, los instructores nos prepararon y todos arriba.

Uno a uno fueron descendiendo los elementos, algunos de la forma correcta y otros de una forma poco ortodoxa, pero todos tocaron tierra firme, entre aplausos y gritos de apoyo.

En el salto más difícil la Elemento 7, sintió el vértigo y no quiso saltar, pero su fortaleza hizo que se colocara la cuerda. El instructor le preguntó ¿elemento 7 por quién va a saltar? y ella respondió con vos segura “por mi familia” y se lanzó al vacío, lo hizo bien.

Ella no se imaginó que esa su fortaleza fue un ejemplo para todos, para seguir adelante y no retroceder. A lo mejor si ella no cumplía esa prueba, muchos otros también fallarían en otros ejercicios. La premisa era todos o todos “jamás se deja o abandona a un elemento”, sabias palabras de los Garras.

La moral se mantenía elevada, más aún con el último ejercicio cumplido.

Los días parecían no pasar, algunos ya extrañaban su vida cotidiana, la tecnología y principalmente saber de las noticias. Otras iban descontando los días esperando el día final del egreso.

HOMBRE AL AGUA

Para quienes jamás imaginaron que se mojarían en aguas del río Ichilo, ese día llegó rápidamente. Puerto Villarroel, fue donde se inicia otra nueva aventura, por seguridad todos los elementos llevan puesto un chaleco salvavidas.

La bienvenida no fue de las mejores, para ingresar al campo de la Naval se debía hacer al arrastre, tarea a la cual ya estaban acostumbrados los corresponsales, no había pena de ensuciar el uniforme, ya habría mucho tiempo en el agua para lavarlo.

Las lanchas “pirañas” son utilizadas para navegar por los ríos, transportando a los Garras, se desplazan a gran velocidad, pareciera correr con un auto deportivo por una avenida. Luego que los Diablos Azules nos hicieran una demostración llegó lo peor.

“Al agua, al agua” fueron las palabras que se escucharon y antes de pensar si uno sabe nadar o no, los elementos uno a uno cayeron al agua, luego fueron rescatados. Parecía que todo acabaría ahí, nada más falso, venía la prueba final, caer al agua, pero con la lancha a gran velocidad.

Y como si fuera poco los corresponsales remaron mucho en botes inflables y el desembarco fue una locura, había que saltar sobre barro y era como caer sobre gelatina, uno quedaba completamente atrapado, mientras los Diablos Azules se reían de semejante espectáculo y tragedia de locomoción para los periodistas, especialmente para los elementos 13 y 1, este último prácticamente quedó “encallado” en la orilla del río.

De vuelta a casa, todos embarrados y mojados. La comida nos esperaba, no sin antes pagar por ella, ya saben de qué forma.

Cuando pensábamos que las tareas acuáticas habían terminado, nos llevaron a la piscina con una profundidad de 4 metros, obviamente, no sin antes bañarse ropa y todo para sacar el barro.

Se venían los saltos de confianza, saltar de unos 7 metros y caer parado a la piscina, el pavor se empapó de la Elemento 2, quien no sabía nadar, en realidad muchos no sabían.

Uno a uno fueron saltando los elementos, la 2 también lo hizo y cuando todo parecía terminar llegó lo peor, saltar a la piscina y sacarse las botas, pantalón, blusa y polera, misión imposible para todos, pero las enseñanzas del instructor Castillo dieron sus frutos con los primeros elementos y fueron venciendo la prueba, ejemplo por demás para los siguientes.

Al fin nos mandan a dormir luego de una tarde y noche por demás mojada.

MATEN A LA GALLINA

Al día siguiente, se nota el cansancio y adormecimiento de los brazos (macurca) y aparece la figura del instructor Orozco, oficial amable, quien nos enseña las mañas o acciones para sobrevivir en la jungla. La instrucción fue extremadamente real, porque los corresponsales ingresaron al comedor y no recibieron alimento alguno.

Mientras los instructores se habían preparado un pique gigante y al parecer muy agradable, ellos se sentaron entre los corresponsales y empezaron a degustar de la comida, ante la atenta mirada de los periodistas, quienes con una sonrisa disimulaban su hambre.

El tiempo transcurre y las patrullas son enviadas a la jungla, cada una con una gallina viva, ave que sería el único alimento. Previamente se les enseñó como matarla y desplumarla en una técnica que debía ser utilizada en una competencia, porque es muy efectiva.

Por la noche y después de varias horas de ayuno involuntario, la patrulla 1, armó su refugio rápidamente, se encendió la fogata y manos a la obra a matar a la gallina, para la ejecución sumaria se le dio el alto honor al Elemento 4, quien cumplió a cabalidad la orden impartida.

La Elemento 2, demostró sus dotes de cocinera, mientras el Elemento 1, tomaba fotografías y alentaba a la cocinera para la cena de medianoche, mientras el Elemento 3, cayó fulminado por el sueño y estrenaba la cama de tres plazas armada con palos y hojas.

“Elementos la cena está servida” dijo la cocinera, se trataba de un rico pollo a la brasa, sin sal, acompañado de un sorbo de agua. Mientras los mosquitos hacían lo suyo.

Llegó el sol y él instructor Orozco con la orden de salir de la jungla, alegría para muchos que estaban pensando pasar más horas sin comer y sin gallina para comer.

ATAQUE POR RETAGUARDIA

Dentro la instrucción que recibieron los corresponsales está la de posiciones de defensa, en caso que una patrulla o pelotón sea atacado, cada elemento sabe su ubicación para defenderse.

Pero, el ejercicio llegó de la forma menos esperada y en un horario poco usual, la madrugada, cuando todos soñaban con Morfeo. La puerta de la barraca se abrió y un gas fue soltado, se escucharon disparos y hubo mucha confusión entre los elementos. Había que salir vestido de camuflado con todo el equipo: casco y un fusil.

Nadie cumplió la misión, cada quien se vistió como pudo y en general parecían deportistas con casco y fusil.

Después de bajar la moral y pagar muchos ejercicios los elementos volvieron a sus barracas. Pero, no se aprendió la lección, horas después volvió el hostigamiento, cuando todos dormían y otras vez a pagar pechadas.

Esa noche se destituyó a la comandante, no sin que antes el jefe instructor le vaciara dos cantinas de agua en la cabeza. Luego había que elegir a un nuevo comandante y se escogió al Elemento 6, quien en vez de estar vestido con su uniforme camuflado, lucía un traje “folklórico” para ser más explícitos.

Los demás 16 elementos pensamos y coincidimos que “nuestra suerte estaba echada”, pero ya faltaban pocos días.

Así transcurrieron los siguientes días, con pechadas, trotes, gritos, comida abundante, experiencias nuevas y la costumbre del uniforme y las botas que ya empezaban a molestar.

La última prueba fue el rescate de heridos, tarea que fue muy difícil, porque había que cargar un herido por muchos metros y sortear una serie de obstáculos. Mientras los instructores hostigaban a los elementos con gases, disparos y detonaciones de explosivos. La misión fue cumplida con mucho sacrificio.

GRADUACION

Transcurrieron siete largos días, llegó el día de la graduación, todos decidieron usar el viejo uniforme, porque se deja el sudor y sacrificio de los días de instrucción.

Se preparó un acto especial, los elementos recibieron un certificado y un “apache” que pueden lucirlo en cualquier uniforme, cuando acompañen a una patrulla de los Garras.

Mucha alegría en todos, fotografías abrazos y felicitaciones entre todos, se había cumplido con el objetivo. Entraron 17 corresponsales y todos terminaron el curso.

“Jamás se abandona a un elemento”, “Todo pasa”, “La hora es la hora”, “A mi cadencia cinco pechadas”, “Corra maldito gato”, “Póngase en situación” y “Maldita comandante”, fueron las palabras diarias de los instructores que nos ayudaron a vencer el curso.

Sin duda los 17 elementos ahora pueden acompañar una patrulla y no ser una carga, sino un apoyo en esta lucha diaria con las drogas, tarea conjunta que debe ser voluntad de todos para tener una Bolivia libre de este mal.

Nadie tocó la campana, nadie se dejó vencer y nadie renunció a ser un Corresponsal del Valor.

Todos nos fuimos del Ceiagaba con mucha nostalgia, pero prometimos volver, porque ya es nuestra casa la “Escuela de la Muerte” donde nacen “Nuevos Líderes” y mueren los cobardes.

CORRESPONSALES DEL VALOR

Krelia Borja

Juan Pedro Debreczeni

Marvin Ponce

Daniel Espinoza (Samy Davis)

Juan Carlos Paredes

Eddy Nelson Mamani

Ángel Arteaga

Daniela Romero

Guillermo Ortiz Lozada

Rodrigo Vásquez

Nicole Bisbal Brito

Víctor Davi Gutiérrez

Edwin Ramos

Verónica Acero

Marco A. Flores Nogales

Ramiro Romesin

Willy Chipana

Fuente: LA PATRIA
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